El ciclo de conferencias desarrollado sobre 'Hombres y hechos de Santa Fe", en 1992, fue iniciado por Monseñor Mario Mendoza. Luego de las palabras pronunciadas por el presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos, Sr. José Luis Vittori, quien se refirió al curso programado en homenaje al historiador santafesino José Carmelo Busaniche, cuya interpretación del hecho histórico los hacía sobre la base del hecho histórico y no de ideología, que compartimos y disfrutamos en sus páginas llenas de verdad y de gracia, presentó al conferenciante el miembro de número del Centro Dr. Ignacio Maciel, que se refirió a la personalidad del disertante y a dignidades eclesiásticas y sus antecedentes de estudiosos de la historia santafesina.

"El Rincón de Antón Martín, hoy San José de Rincón, dijo el canónigo Mendoza, comprende una densa y variada historia en la lucha permanente contra el indio, en la defensa de la independencia argentina y en la autonomía de Santa Fe, para ir a dejar también su sangre en las estepas paraguayas". Juan de Garay donó estas tierras al capitán Antón Martín, que había venido con él desde el Paraguay para fundar la vieja ciudad de Cayastá, Delimitó y explicó los límites del pueblo que, según el alcalde Vera y Mujica, se extendía "desde la boca de la laguna hasta el Arroyo Potrero, Paraná arriba". Las actas del cabildo señalan quienes fueron los primeros pobladores de aquel pedazo de tierra litoral. Allí se comenzó a trabajar por vez primera las tierras amojonadas para el cultivo.

En 1812, apenas constituido el primer gobierno patrio, tiene lugar el combate de Rincón Contra los españoles que venían desde Montevideo para llevar provisiones a la plaza. El triunfo de los hombres de esta tierra fue total. En 1816, ya mejor organizados, tomaron parte con el pueblo de la ciudad capital fundada por Juan de Garay, en la lucha contra Viamonte. No hay un pedazo de tierra santafesina que no haya sentido el rudo batallar de las milicias rinconeras.

Monseñor Mendoza pasa a continuación revista a las encarnizadas luchas mantenidas con los indios y los porteños. Calles sin nombres o con nombres que nada significaron para nosotros, esperan todavía perpetuar la - memoria de otros viejos soldados, que todo lo dieron por la patria sin recibir recompensa alguna y murieron pobres y olvidados. Tal vez una antigua lanza prendada en el quincho del rancho evoque en el silencio y la nostalgia el recuerdo de otros días de gloria. Muchos cayeron en medio de los rudos entreveros . . . Que lo digan si no los campos de Entre Ríos, Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Otros volvieron ostentando en su cuerpo gloriosas cicatrices. Allí están Fiore Villalba, la mejor lanza que se conoció en los ejércitos de Paz y Rivera. El alférez Pedro Moreira que murió en la costa de Laguna de los Naranjos. Luchó a las órdenes del gral. Paz y por última vez en los campos de Caseros. Un hijo vive todavía en el mismo lugar que estuvo la casa de aquel viejo soldado. Martín Ramos, blandengue del gral. Manuel Belgrano que murió en San Martín Norte. Su única riqueza eran siete cicatrices que colorearon su cuerpo en las horas difíciles de la patria. Leandro Esquivel que, además de acompañar al brigadier López, fue soldado del Gral. Urquiza. El coronel Nazario Ocampo que durante cuarenta años defendió las fronteras contra el continuo avance de los indios y fue también juez de paz en toda la costa hasta San Javier. El vecindario reclama todavía contra el agravio inferido a su memoria, al nombre de una de las calles de nuestro pueblo. Finalmente, el capitán Juan Viñas, uno de los pocos sobrevivientes del batallón diezmado en Curupaití, y cuya lanza se conserva en el Museo Histórico de la Provincia.

El gobierno de Santa Fe, por decreto del 6 de setiembre de 1924, premió la valentía de las milicias rinconeras, nombrándolas, "Escuadrón Escolta de la Federación" por estar el gobierno íntimamente satisfecho de la lealtad, constancia y decisión de los beneméritos vecinos del Departamento San José, que han prestado sus servicios en defensa de la santa federación y del honor, derecho e independencia nacional. En la guerra del Paraguay o de la Triple Alianza, en 1866 el batallón santafesino se batía en Estero Bellaco y el Sauce o Boquerón donde es vencido el Mariscal paraguayo Francisco Solano López y el 22 de setiembre vuelve a encontrarse frente a las terribles fortalezas de Curupaití.

Como cabeza de Departamento Rincón tuvo muchos años Jefe Político y desempeñaron ese cargo personalidades santafesinas. También por su Iglesia han desfilado figuras eclesiásticas de relieve nacional.

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Después de los estudios primarios en la escuela del lugar, ingresó en el Seminario de Nuestra Sra. de Guadalupe. Al ordenarse sacerdote, el Obispo de Santa Fe, Monseñor Fasolino lo designó Vicario Cooperador de la Parroquia de Nuestra Sra. del Carmen, que regia Monseñor Antonio Biagioni. Atendió provisoriamente la parroquia de San José del Rincón, desempeñando en forma sucesiva las funciones de capellán de las Hnas. Franciscanas, Hnas. Siervas de Maria de esta Ciudad y del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. Al poco tiempo de ser nombrado párroco de Jesús Sacramentado en Villa Maria Selva, fue llamado por el Arzobispo Monseñor Fasolino para el cargo de Canciller Secretario del Arzobispado que ocupó hasta su fallecimiento. En las tareas pastorales, además de otras actividades propias del ministerio, construyó la Capilla de La Guardia, la Iglesia de Nuestra Sra. de Belén en Colastiné Norte, hoy convertida en Viceparroquia, el salón y la casa parroquial de San José de Rincón y un salón para el catecismo en la capilla de Nuestra Sra. del Perpetuo Socorro de Rincón Norte. Por decreto de la Santa Sede del 2 de diciembre de 1986 fue designado Prelado de Honor de 5. Santidad Juan Pablo II.

Monseñor Mendoza fue un sacerdote ejemplar por su humildad y consagración al bien de sus semejantes con su extenso y fecundo apostolado y un inspirado poeta que en encendidas estrofas cantó las hazañas de los argentinos y en particular de sus hermanos rinconeros.