SEGUNDAS JORNADAS DEL LITORAL
Jos� Luis V�ttori (6)

Como presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos, al iniciar las "Segundas Jornadas del Litoral", debo contestar algunos interrogantes previos al desarrollo del curso que hemos organizado para celebrar, en este mes de Agosto ( de 1999), los cincuenta a�os de la exhumaci�n de las ruinas de Santa Fe la Vieja.

�Por qu� "Jornadas del Litoral" y por qu� "segundas"?. Muy en el comienzo de esta historia y cuando la historia misma estaba por cumplirse y escribirse, s�lo tangible en la visi�n de Agust�n Zapata Gollan, �ste le dio forma en el plan de una trilog�a fundamental: "Las puertas de la tierra", "La conquista criolla" y "Los precursores", publicada en ese orden entre 1937 y 1941, con el com�n denominador de "Jornadas del Litoral, seg�n notaron Mag�n Ferrer y Bernardo Alem�n. (7)

De los tres libros siempre he destacado en mi preferencia "Las puertas de la tierra", escrito en 1936 y publicado en Santa Fe a fines de 1937. En la portada de esta primera edici�n, se lee debajo del t�tulo y a modo de ep�grafe: "Jornadas del litoral".

El plan del libro se despliega en diez cap�tulos o "escenas", desde "Los hombres de la conquista" a "El canto de los gringos" abarcando en el tiempo un arco de cinco siglos. Dec�a el autor al comienzo:

"Los hombres que emprendieron la conquista del R�o de la Plata son los mismos que vieron los ojos inquietos de Berruguete, de Gallegos, de Juan de Juanes, de S�nchez Coelho..."

La obra termina con unos versos en italiano:

"Dall�Italia siamo partiti

Sial partiti con nostro onore

In trenta giorni di machina a vapore

In quest�Am�rica siam arrivatti"


Y con una imagen:

"Algunas veces, los gringos recuerdan las penurias pasadas, sentados a la mesa, una mesa larga, sin mantel, donde hay un pan redondo y caliente que la madre rebana..."

Y un comentario que es a la vez su colof�n:

"El sue�o de Garay se hab�a cumplido. Estaban abiertas de par en par las puertas de la tierra."

En la vasta perspectiva hist�rica que la obra desarrolla desde el principio al final, en la diversidad de espacios pero, sobre todo, en la sucesi�n de tiempos que los mismos acontecimientos presentados acotan; con la videncia de quien interpreta un sue�o, esos diez cap�tulos del libro, esos diez actos, esas p�ginas de una obra inspirada que conjura al modo de los cronistas, etapas de la epopeya rioplatense, eran para m�, las "jornadas del litoral". "Esas "jornadas" representan el tiempo que el autor dedic� a narrar la etnohistoria del litoral en los diez cap�tulos de su libro" - me dije -, afirm�ndome literariamente en el significado del t�rmino "jornada", conforme se usaba en el Siglo de Oro, aplicado al poema dram�tico; y, adem�s, en una locuci�n figurada que acercaba al tema: "Caminar uno por sus jornadas", esto es, "proceder con tiempo y reflexi�n..." (8)

"As� caminaron los conquistadores por estas tierras inmensas; as� los colonizadores gringos detr�s del arado, paso a paso, d�a a d�a; as� tambi�n Zapata Gollan al escribir "Las puertas de la tierra", hasta completar la obra "por sus jornadas" - pens� -. Me permito declararlo, despu�s de leer y aceptar las postulaciones de Mag�n Ferrer y Bernardo Alem�n, con �nimo de extender a los cap�tulos de la trilog�a, la licencia po�tica de mi interpretaci�n sobre el sentido en un comienzo misterioso de aquellas "Jornadas del litoral"...

Lo cierto es que, si hubo "primeras jornadas", bien puede haber "segundas" en memoria de don Agust�n, en homenaje al primer libro que public� y a la esforzada tarea que ech� sobre sus hombros en el descubrimiento y exhumaci�n de Santa Fe Viejo.

Y, a prop�sito de los t�rminos que acabo de usar: "descubrimiento" y "exhumaci�n", recuerdo que, al comienzo del documento de trabajo que este Centro de Estudios difundi� en febrero �ltimo, propusimos que se deslindaran al o los que mejor se ajusten al acontecimiento y se correspondan con lo actuado en Cayast�:

a) �Localizaci�n y exhumaci�n?

b) �Descubrimiento y exhumaci�n?

c) �Ubicaci�n y exhumaci�n?

No se trataba de una simple cuesti�n sem�ntica, sino de un ajuste de significado y significante conforme a la realidad vivida por los actores, para eludir confusiones o discrepancias. Pero en el fondo, cuando se sigue esta historia en sus pasos, es decir, en sus jornadas, se advierte que todo empieza con un minucioso acercamiento en pos de la posible ubicaci�n de la ciudad vieja, sigue la empresa de localizarla (es decir, de circunscribirla en su sitio); por ello, para ello, es preciso cavar en busca de restos elocuentes, esto es exhumar y, conforme al testimonio de los restos exhumados, anunciar el descubrimiento, la acci�n de haber puesto en descubierto los restos que los siglos ocultaron.

Los cuatro t�rminos se relacionan, pues, en las secuencias de los trabajos de arqueolog�a hist�rica realizados en Cayast�: ubicaci�n, localizaci�n, exhumaci�n y descubrimiento. En la secuencia de la campa�a, en su trascendencia, se corresponden, pero no son indistintos. Esta es, al menos, nuestra conclusi�n. Y es, al mismo tiempo, el motivo de las "Segundas jornadas del litoral", en cuanto a su finalidad de exponer, en las siete intervenciones previstas, aspectos y momentos ilustrativos de la historia reciente de Santa Fe Viejo, la que se inicia con Agust�n Zapata Gollan y "Las puertas de la tierra" en 1936.


Un poco de historia

Hemos insistido en destacar la singularidad de este libro que en principio valoramos por la calidad de su prosa y el encanto de su expresi�n, de las im�genes que sus palabras presentan "desde adentro", como si el autor se hubiese mimetizado en el tiempo y lugar de sus relatos, personaje cuyas alforjas colm� de noticias en un fant�stico andar de siglos...

Despu�s, impensadamente, una relaci�n larga y amistosa con el autor nos permiti� entender su libro en una segunda lectura, all� donde el texto penetra en la tem�tica fundadora de la inmensa regi�n del Plata y dentro de ella, del litoral fluvial argentino. Un libro sorprendente que pod�a leerse como una novela y tambi�n como un ameno relato hist�rico, a salvo para siempre por su amenidad y su humor agraciado, de las memoriosas cronolog�as y las graves enumeraciones de los sucesos puntuales de la historiograf�a tradicional. Un libro "moderno" - en fin -, como se�al� alg�n comentarista.

"El ambiente en que nacieron esos hombres descomunales de la conquista qued� tambi�n, para siempre, en las telas del final del 400 y de los comienzos del 500. Los z�calos de piedra donde al caer la tarde platican en los aleda�os del pueblo, caballeros de lujosas vestiduras de brocado con monjes de h�bitos blancos y de cabellos cortados en cerquillo..."

As� comienza la presentaci�n de la "escena imaginaria": "En las gradas de Sevilla", escena que en el texto revive el lugar y el tiempo reales en que partir�n los viajeros del 600, los navegantes de la exploraci�n y el descubrimiento del Plata por el Atl�ntico; las p�ginas de una obra que atrapar�a a Don Agust�n por el camino sin retorno de la epopeya argentina y de la epistemolog�a rioplatense que �l mismo lleg� a fundar en las haza�as de su memoria y en el misterio de su saber ecum�nico.


Las premisas

�Por qu� escribi� Agust�n Zapata Gollan este libro? �Cu�les fueron los pasos de su aproximaci�n a la gesta rioplatense y a la remota cr�nica santafesina? �Qu� lecturas "calentaron su seso" y qu� sue�os imantaron su inspiraci�n?

No lo sabemos con certeza. Hasta fines de los a�os �30 �l se perfilaba como "una personalidad m�ltiple y curiosa que se complac�a en el ejercicio de lo diverso" . Entre los 24 y los 37 a�os, en un tiempo de lecturas y de libre b�squeda en las humanidades, se ejercita en diferentes disciplinas como la poes�a, la narrativa, el arte y la historia. Se recibe de abogado, frecuenta el periodismo junto con sus amigos Mateo Booz, Horacio Caillet Bois y Francisco Mag�n Ferrer, ense�a sociolog�a (9) en la facultad de Derecho y se desempe�a como Intendente Municipal, designado por el gobernador electo Don Luciano Molinas. "Hasta aqu� se ha ido formando como un �hombre culto� en el sentido del humanismo contempor�neo" (10)

Es probable que el conocimiento de la "tradici�n inmemorial" transmitida en sus conversaciones por la gente mayor de Cayast�, haya atra�do inicialmente su atenci�n sobre el enigma latente de Santa Fe Viejo, es decir, sobre la despoblada y extraviada fundaci�n de Garay, motivando la lectura de los antecedentes hist�ricos (en Manuel Cervera, Juan �lvarez, el padre Guillermo Furlong, o Fco. Javier Charlevoix) y, luego, las "excursiones en las cuales realizaba sondeos en la zona que se conoc�a con el nombre de �Santa Fe Viejo� (L.c., 31). As� pudo haberse introducido en la atm�sfera legendaria de los asentamientos ind�genas en las riberas del r�o o en las reducciones hist�ricas, y adem�s en la huella menos aparente de los conquistadores: algunos restos afloraban por all� de la alfarer�a aborigen: peque�as figuras modeladas con efigies de animales y de gentes, pipas, vasijas, amuletos, puntas de flechas... Tales vestigios no sorprend�an, por la conocida vecindad de la reducci�n de Cayast�, pero los restos de ingenio europeo, como las grandes tejas dibujadas o inscritas; los fragmentos cer�micos de jarras y platos, las monedas y los �tiles met�licos, dispersos en la superficie de la tierra ondulada por curiosos t�mulos y al alcance de la mano, parec�an hablar ya de Espa�a y su cultura.

A orillas del primitivo R�o de los Quiloazas, hoy r�o San Javier, en lo alto de la barranca, hab�a tambi�n un monolito construido en homenaje a Juan de Garay, durante el gobierno de Enrique M. Mosca, en el cual se hab�an fijado placas recordatorias a la fundaci�n de Santa Fe.


El despertar de una misi�n

Hombre sagaz, imaginativo, afecto a la vida de intemperie y curioso de misterios, el hallazgo en el sitio de "�ndices topogr�ficos" y de restos diseminados en la costa, deben haberlo movido a preguntar, a estudiar, a escarbar: en dos o tres a�os, la conjunci�n de esos vestigios en un lugar de importancia hist�rica que pod�a ser la primitiva Santa Fe, le habr�n "hecho ver" en una proyecci�n imaginaria, el tiempo de los conquistadores y las etapas del poblamiento secular del pa�s. Al tumulto de sus imaginaciones pod�a callarlo, pero no eludirlo. Es posible que de sus claras percepciones e intuiciones haya nacido el plan de las jornadas, los cap�tulos de "Las puertas de la tierra" o las p�ginas sucesivas de la trilog�a del litoral.

Dicho esto de un modo conjetural y no exhaustivo en cuanto a su compleja fenomenolog�a; tan compleja como el rompecabezas que �l arm� en su vida, al protagonizar uno de los logros m�s importantes de la arqueolog�a hist�rica argentina, cual es la de sacar a luz los �nicos restos existentes en el R�o de la Plata, de una fundaci�n espa�ola del S. XVI; verdadera ciudad con m�s de 60 a�os de asentamiento activo en el lugar de origen.

La publicaci�n de "Las puertas de la tierra" en 1937 se�ala un cambio definitivo en la trayectoria intelectual y profesional de Agust�n Zapata Gollan, al punto que podr�amos hablar de un "antes" y un "despu�s". No podemos decir si el libro fue consecuencia de un cambio de actitud o si obr� ese cambio en el curso de su redacci�n. Lo cierto es que el horizonte de sus intereses formales cambia poco antes o a partir de las "Jornadas del litoral" y que ese cambio se manifiesta en el �ndice de su biblioteca: el soci�logo, el historiador, el poeta, incluso el grabador, dan paso al etn�grafo, seg�n permite suponerlo el acopio de t�tulos visible en los estantes, donde aparecen los nombres de P�rez Borradas, Lowie, Murdock, Kroeber, Graham Summer, Krieckeberg, Ratzel, Canals Frau, Vignati o Lafone Quevedo entre otros (Cf. "Hitos", 19)

En este sentido, 1938 es un a�o clave en la actividad de Zapata Gollan: publica su segundo libro, "La conquista criolla", el cual sostiene una tesis poco frecuentada en esos a�os: Al margen de los primeros asentamientos espa�oles a orillas de los r�os de la Plata, Coronda y Paraguay - todos ef�meros - el poblamiento del territorio y la fundaci�n definitiva de las ciudades - Asunci�n, Santa Fe, Buenos Aires o Corrientes -, se debieron a los criollos y mestizos que acudieron a los alardes de la conquista. De all� el t�tulo de la obra..

Sobre la base de estos antecedentes, el 21 de Octubre de 1938, Juan Mantovani - Ministro de Instrucci�n P�blica de la Provincia -, le asigna la misi�n de realizar investigaciones hist�ricas en los archivos y bibliotecas de Am�rica, en relaci�n con la vida colonial en el R�o de la Plata y especialmente en Santa Fe. (L.c., 25). En cumplimiento del mandato, participa en el 27� Congreso Internacional de Americanistas, reunido en Lima en Septiembre de 1939, y all� presenta su trabajo: "Caminos de Am�rica", publicado en Santa Fe al a�o siguiente.

Durante su permanencia en Lima, cumple jornadas de informaci�n e investigaci�n en la Biblioteca y el Archivo Nacional, y tambi�n en el Archivo Eclesi�stico, consultando, en la esforzada lectura de sus c�dices, la nutrida bibliograf�a de los cronistas e historiadores de los siglos XVI y XVII americanos.

Ya de vuelta, interesa al ministro Mantovani en las materias que hab�a desbrozado durante su permanencia en Lima, pero en lo esencial, le descubre el inter�s que suscita la historia rioplatense, la gesta de las fundaciones espa�olas en su espacio, en esa segunda etapa de la conquista que tiene por epicentro a Santa Fe. Mantovani responde con una iniciativa que lo ilustra: a su intenci�n, el P. E. env�a a la legislatura el proyecto de ley que crea el Departamento de Estudios Etnogr�ficos y Coloniales y el 23 de Julio de 1940 le cabe promulgar el texto sancionado, junto con el gobernador Manuel Mar�a de Iriondo. El mismo a�o, Agust�n Zapata Gollan es designado director del instituto que ser� su "centro de operaciones", con el fin de "realizar investigaciones de car�cter etnogr�fico, hist�rico, arqueol�gico y folkl�rico, as� como de "reunir" y organizar el material (...) necesario para esas investigaciones". (11)

Ocho a�os transcurren en la organizaci�n del Departamento, de su "fondo documental", de sus actividades espec�ficas y de sus publicaciones. En ese lapso aparecen "El Paran� y los primeros cronistas" (1942), "La fauna y la flora de Santa Fe en los primeros cronistas" (1944), "Los chan� en el territorio de la provincia de Santa Fe" y "El caballo en la vida de santa Fe", publicaciones que honran la vocaci�n de Zapata Gollan. Aparecen tambi�n tres n�meros del "Bolet�n", con notas de eminentes colaboradores.

Esos ocho a�os no pasan en la apacible meditaci�n de gabinete; permiten fruct�feros trabajos de intemperie en campa�as de acercamiento a la ciudad sepultada. Al cabo de ese tiempo, las pistas confluyen, como la aguja imantada de la br�jula, en el lugar se�alado por la tradici�n, los testimonios de los viejos lugare�os, las piezas arqueol�gicas arrancadas al polvo o los "�ndices topogr�ficos generales", en coincidencia con la opini�n de precursores como Manuel M. Cervera. La antigua Santa Fe estaba ubicada en las inmediaciones de Cayast�, en direcci�n sureste, no m�s lejos. Pero hab�a que localizarla. �Cu�nto m�s lejos, cu�nto m�s al sur? �En subestratos de la reducci�n ind�gena o fuera de ellos?

Ya cumplidos, los t�rminos de espera, el 21 de Julio de 1948, la ley provincial N� 3361 "dispuso que el Departamento de Estudios Etnogr�ficos y Coloniales realizara las excavaciones en el lugar mencionado con el fin de descubrir los restos que pudieran existir de la ciudad". (12)

Pero no hubo apresuramientos. Se arm� primero una ranchada para protecci�n del personal y el parque de herramientas de la dilatada campa�a que se avecinaba. Se demarc� el sitio. Se adoptaron medidas preventivas del laboreo agr�cola que hab�a invadido la zona. Se desmalez� "la loma m�s alta y m�s larga ubicada a pocos metros de la barranca del r�o", donde se comenzar�a a explorar la tierra.

Mientras los ingenieros V�ctor F. N�coli y Augusto Fern�ndez D�as dispusieron cavar una trinchera que cortaba el t�mulo de este a oeste, en busca de restos s�lidos, Zapata Gollan - que los hab�a convocado - "meti� pala" como dicen los arque�logos, en la base del monolito. "Fue precisamente donde se levanta el pilar (sobre el que) colocaron placas conmemorativas dos gobernadores de Santa Fe y donde una inscripci�n recordaba el milagro de la Virgen, el lugar que eleg� para realizar los primeros trabajos, con elementos y material necesario" (13). Era el 21 de Julio de 1949, seg�n acaba de recordar con memoria precisa, Serviliano Calder�n, uno de los primeros colaboradores de Don Agust�n en Cayast�. (14)

All� "aparecen las primeras tejas, algunos ladrillos y luego los muros laterales de tapia..." - cuenta Zapata Gollan. Por las grandes dimensiones del recinto, por el espesor de los muros laterales, por la cantidad de tejas que se encuentran, sospecha que se est� exhumando el templo de San Francisco. Si su intuici�n se ajusta a las razones de su conocimiento, al exhumar esas paredes ha localizado la ciudad vieja y est� en situaci�n de descubrir sus ruinas largamente sepultadas, siguiendo la traza en cuadr�cula de las ciudades espa�olas de los siglos XVI y XVII; traza que le permitir� identificarla cuando superponga su plano con el doble exacto de la nueva Santa Fe. Es como resolver un problema geom�trico referido a una planta en damero - o, si se quiere - un juego profesional en un tablero de damas.

Al efectuarse el traslado del viejo al nuevo emplazamiento de la ciudad, consta en los documentos la decisi�n de respetar estrictamente en el nuevo, la traza urbana original y con ella el repartimiento de solares dispuesto por el fundador; as� la manzana asignada a la Plaza Mayor donde se edific� antes y despu�s el cabildo y la matriz, y los espacios destinados a la casa de Garay, luego de su yerno Hernandarias; las seis iglesias de entonces, entre ellas San Francisco, constituida en un hito de las excavaciones.

No podemos entrar en los pormenores del hallazgo que supone el triunfo de quien lo previ� con una acertada elaboraci�n de los datos precisos y distintos: el calco de una planta urbana en la otra, la ubicaci�n de los templos de San Francisco, Santo Domingo y la Merced; la presencia de abundantes enterratorios y restos humanos en todos ellos, algunos identificables por el mismo principio de correspondencias, como los de Alonso Fern�ndez Montiel y su hija Jer�nima Arias Montiel, de acuerdo con disposiciones testamentarias conservadas en el repositorio del Departamento de Estudios Etnogr�ficos y Coloniales y, pieza fundamental de convicci�n, las sepulturas y los restos de Hernandarias y Da. Jer�nima de Contreras, la hija de Garay, en la cabecera de San Francisco.

Todo esto en una secuencia de efectos que seguir�a a la comunicaci�n de Zapata Gollan: "el 4 de Noviembre de 1949 - escribi� - me dirig� al Sr. Ministro de Justicia y Educaci�n de la Provincia, asegurando que hab�a descubierto las ruinas del templo franciscano de la primitiva ciudad de Santa Fe". De esta sobriedad, apenas podr�amos deducir, fuera del contexto de las ruinas, la satisfacci�n y la alegr�a �ntima de quien hab�a logrado materializar un sue�o. Es probable que, sin envanecerse, Don Agust�n vislumbrara desde lo alto del t�mulo excavado, la inmensa tarea que le esperaba, sus dificultades y tropiezos, la tenacidad que los pr�ximos a�os (y las pr�ximas d�cadas) exigir�a de su esfuerzo y de su entereza excepcionales.

"En ese mismo mes (de noviembre), la Comisi�n Nacional de Lugares y Monumentos Hist�ricos coloc� en el sitio donde se realizaban las excavaciones, el monolito indicando que ese era el emplazamiento de la ciudad de Garay" - escribi�, L.c. 34 -. A esta confirmaci�n oficial seguir�an los testimonios de estudiosos e investigadores de relieve, como el P. Guillermo Furlong o los doctores Ra�l Molinas, Alberto Rex Gonz�lez y Bernardo Canal Feijo�. Pero el espaldarazo le fue dado por el dictamen definitivo de la academia Nacional de la Historia, en su sesi�n del 31 de Mayo de 1952: "Las ruinas de Cayast� son los restos de la antigua ciudad de Santa Fe fundada por Juan de Garay" (L.c., 45).

Sin embargo, en la perenne alternancia de la realidad y la fantas�a, en el incitante ejercicio intelectual de la contradicci�n, el �xito de la empresa no lleg� acompa�ado de una deseable serenidad. El hallazgo de Santa Fe la Vieja fue acerbamente discutido e incluso impugnado en un torneo de argucias por sus adversarios que - lo dije una vez y lo repito - "no la quer�an all�..." vaya uno a saber por qu� motivos subalternos que hicieron mucho da�o. La Casu�stica de los enemigos no escatim� argumentos que desataron una amarga pol�mica en todos los medios y niveles de opini�n, sembrando el desconcierto y la duda, pero tambi�n una defensa apasionada e inteligente de la verdad, hasta que la raz�n se impuso con el memorable apoyo de quienes acompa�aron sin deserciones a Don Agust�n desde las instituciones ad-hoc: V�ctor F. N�coli, Francisco Mag�n Ferrer, Jorge Reynoso Aldao, Enzo N. V�ttori, Amador Alberto, Francisco Menchaca, Hip�lito Montemurro, Federico G. Cervera, Jos� Ma. Candioti, Riob� Caputto, Ignacio Maciel, Hern�n Busaniche, Santiago Luis Toretta, Ra�l Molina, Mons. Nicol�s Fasolino, Mario de Olaz�bal, Bernardo Alem�n, Jos� Carmelo Busaniche, entre otros cuyos nombres se me escapan y a quienes honramos por su decidida y convencida actitud.

Por �ltimo, no debemos olvidar a tres personas, a tres se�oras, que lo acompa�aron en larga y leal amistad durante los a�os m�s intensos de su campa�a, infaltables en los actos iniciales de este Centro de Estudios: Esmeralda Rodr�guez Galisteo de Pujato, Lidia Cullen de Videla y Carmen Rom�n de Caputto, adem�s, se entiende, de la esposa, Dora Gaydou Monasterio de Zapata Gollan, honorable donante de su biblioteca al gobierno de la provincia, para ser conservada en el Museo Etnogr�fico.



Bibliograf�a:

ALEM�N, Bernardo: "Zapata Gollan, investigador y publicista". Nota en Revista "Am�rica" N� 6. Santa Fe, Centro de Estudios Hispanoamericanos, 1987. P�gs. 29 y ss.

BARBA, Enrique M. : "El historiador". Nota Ib�dem, p�gs. 21 y ss.

FERRER, Francisco Mag�n: "Vida y obra de Agust�n Zapata Gollan".

N�COLI, V�ctor F.: "El descubrimiento de las ruinas de Santa Fe la Vieja". Nota en Revista "Am�rica" N� 8. Centro de Estudios Hispanoamericanos, 1990. p.9 y ss. Ver tambi�n sus palabras en P�gs. 88 y ss. en el "40� aniversario de Santa Fe la Vieja".

V�TTORI, Jos� Luis: "Agust�n Zapata Gollan: Hitos". Santa Fe. Centro de Estudios Hispanoamericanos. 1994.

ZAPATA GOLLAN, Agust�n: "Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe. Las tres iglesias", en Obra completa". Santa Fe. UNL 1969, tomo 4. "Las puertas de la tierra. Jornadas del litoral". Santa Fe. prensas UNL, 1937 (primera edici�n aut�grafa).



Notas:

(6) Jos� Luis V�ttori Escritor argentino y periodista nacido en Santa Fe, ciudad donde reside. Miembro fundador y actual presidente del Centro de Estudios Hispanoamericanos. Miembro de la Academia Argentina de Letras. Ex antiguo director del diario El Litoral

(7) FERRER, Francisco Mag�n en su semblanza de Agust�n Zapata Gollan - Cf. "Vida y obra de Agust�n Zapata Gollan" - dice textualmente: "En sus �Jornadas del Litoral�, hermosa trilog�a que arranca de "Los precursores", en sus aventuras geogr�ficas, prosigue con �La conquista criolla� y culmina con �Las puertas de la tierra�, se desenvuelve con la honda sugesti�n de su admirable prosa..." Santa Fe, revista "Am�rica" N� 6.1987 P�g. 17. Bernardo Alem�n coincide con Mag�n Ferrer en su trabajo: "Zapata Gollan, investigador y publicista", cuando se refiere a "La conquista criolla": "Impreso en Santa Fe en 1938 por la Imprenta del Litoral, integra la serie "Jornadas del Litoral" . (Cf. Revista "Am�rica" N� 6. Santa Fe, Centro de Estudios Hispanoamericanos, 1987. P�g 32). De acuerdo con el orden cronol�gico detallado en la "Bibliograf�a de Agust�n Zapata Gollan" (Cf. Revista "Am�rica" N� 6 , ap�ndice, P�g. 151), resumimos: "1938 (sic): "Las puertas de la tierra. Jornadas del Litoral" (...)1938: "La conquista criolla en Jornadas del Litoral" (...) 1940: "Caminos de Am�rica" (...) 1941: "Los precursores. Jornadas de Buenos Aires" (...)

(8) DICCIONARIO ENCICLOP�DICO ESPASA, Madrid, Espasa Calpe 1992

(9) Mag�n Ferrer dice "Finanzas" L.C., 14

(10) VITTORI, Jos� Luis, "Agust�n Zapata Gollan. Hitos". Santa Fe. Centro de Estudios Hispanoamericanos, 1994. P�gs. 17 y 18

(11) ZAPATA GOLLAN, Agust�n, "Las ruinas de la primitiva ciudad de Santa Fe..", 29/30, en "Obra completa", tomo 4. Santa Fe, U.N.L., 1969.

(12) ZAPATA GOLLAN, Agust�n, ib�dem

(13) L.c., 32

(14) La noticia del hallazgo se adelanta al mes siguiente: "El 28 de Agosto el Dr. Ra�l Molina, en compa��a del Se�or Arzobispo de Santa Fe, Monse�or Dr. Nicol�s Fasolino, Presidente de la Junta de Estudios Hist�ricos, y de otros miembros de la misma instituci�n, lleg� al lugar donde se hab�an descubierto los primeros muros, las primeras tejas, y el primer sepulcro de la ciudad de Garay, y fue �l quien dio la noticia en el diario "La ma�ana" de Santa Fe, de que se hab�an descubierto las ruinas del templo de San Francisco y el sepulcro que guardaba los restos de Hernandarias de Saavedra" (Cf. "Las ruinas de ...", p�g 32). Desde entonces, el 28 de Agosto se toma como fecha del acontecimiento.


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