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El Dr. Mario G. Chiovetta, ingeniero químico egresado de la Universidad Nacional del Litoral, y Dr. en Ingeniería Química por la Universidad de Massachusetts (EE.UU.), es además investigador del Conicet y profesor de la UNL; director a cargo del Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC / UNL / CONICET) y director del Centro Científico Tecnológico (CCT) Conicet Santa Fe, quien para honrar la fecha, analiza y destaca las funciones y responsabilidades actuales correspondientes a la actividad científica. — En palabras sencillas, ¿qué es un investigador científico? — Es una persona entrenada para agregar conocimiento original a la sabiduría del mundo. Esto tiene algunas características que, desde el principio, empiezan a definir cierta especialización en la actividad. La primera, por ejemplo, añadir saberes, lo que se conoce como “mover la frontera del conocimiento”, y eso hace a la originalidad, al incorporar algo que antes no existía. Todo ello se realiza aplicando el método científico, que es un conjunto de protocolos y reglas muy rigurosas para garantizar la seriedad de la ciencia, uno de sus aspectos distintivos. Por lo tanto, es lógico que de esta función del investigador surja un conjunto de requerimientos para su formación. — ¿Alude usted a los años de estudios previos necesarios? —Sí, respecto de lo cual las estadísticas indican que un joven que, por ejemplo, se gradúa en la universidad a los 23 años, necesita cinco años más para completar su doctorado, por caso, en el Conicet. A ello se agregan cinco años de formación como investigador recién ingresado para poder reconocer que, al cabo de ese lapso, ya está en condiciones de operar en forma más o menos autónoma. Si sumamos 23 + 5 + 5, totalizamos 33 años. Si un ser humano normal en la Argentina comienza su ciclo de educación formal alrededor de los cinco años, estamos hablando de 28 años ininterrumpidos de formación continua para empezar la actividad como investigador. Entonces, si la función es producir conocimiento y estos requerimientos son serios, aparece una de las primeras características asociadas al papel del investigador, que es el importante bagaje de conocimientos que ya posee al momento de comenzar. ¿Por qué lo menciono? Debido a que esto genera una responsabilidad, y diría, un “privilegio”. Muy poca gente tiene la posibilidad, o la oportunidad, de seguir su vocación y dedicar tanto tiempo a adquirir conocimientos. Pero este privilegio existe porque la sociedad permite que un conjunto de sus miembros estudie más de treinta años de su vida. — Luego, ¿cuál es la responsabilidad del investigador? — Yo diría que tenemos una responsabilidad doble: primero, agregar conocimiento -un aporte hacia la sociedad-, acción reconocida internacionalmente como motor fundamental del progreso en su combinación de ciencia + tecnología; segundo, hacer una devolución a esa sociedad que permite, impulsa y mayoritariamente paga la existencia de la investigación científica. Y esta devolución se asocia con todas aquellas acciones que, derivadas de esos nuevos conocimientos, se traducen en mejoras de la calidad de vida. — ¿Cómo desearía concluir esta nota? — Expresando que nuestra institución-madre, el Conicet, que no es la única que tiene investigadores pero, como decimos siempre, probablemente sea la más representativa de la actividad, con una dotación en todos sus cuadros del orden de 17.000 personas, está en condiciones, y esperemos que así continúe, de asumir hoy la responsabilidad institucional a la que antes aludí. Los once Centros Científico-Tecnológicos del país, uno de los cuales es el de Santa Fe, representan también una mejora en la intención de lograr una mayor inserción, por lo menos regional, con la sociedad. En este día especial, junto con el saludo que envío a todos mis colegas, hago público el mensaje de que estamos trabajando, desde esta institución -CONICET-, y vale la pena decirlo en el Día del Investigador Científico, para asumir la responsabilidad institucional que nos compete. Por: Lic. Enrique Rabe (ACS / CCT CONICET Santa Fe) |
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Publicado
el 10 de abril de 2010
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