Las bebidas autóctonas americanas y argentinas |
Antes de la llegada de Cristóbal Colón, quizás las bebidas alcohólicas más importantes eran la "chicha" -en el altiplano sudamericano- y el "pulque" -en el actual México-. El vino hizo su aparición de la mano de la Conquista.
Los orígenes
La primera de las nombradas provenía de la fermentación del maíz, y la segunda era
originaria de diversos cereales como el trigo y la quinoa, el molle, el huigán, entre
otros vegetales. Ambas bebidas causaban estragos en la población, por lo cual,
consolidada la autoridad española, se tomaron medidas restrictivas en 1658. Fue así como
el Oidor de Lima prohibió la fabricación, venta y distribución de esta bebida hasta en
tierras de la actual Colombia. Un siglo más tarde, el rey Fernando VI reafirmó las
medidas restrictivas con respecto a la chicha -en el Reino de Nueva Granada-, y en cuanto
al pulque, en México.
Sin embargo, a pesar de las prohibiciones, la persistencia del hábito hacía olvidar las
disposiciones legales, y fue el uso real sostenido y extensivo de la población el que
venció una y otra vez todas las reglamentaciones.
La vid
En nuestro país, las primeras plantas de vid se introdujeron en la zona cuyana alrededor
de 1561; y en 1618, San Juan y Mendoza producían vino en cantidades industriales que se
comercializaban en Buenos Aires. Posteriormente, Felipe II prohibió la producción de
vino en esa zona, habiendo reafirmado su disposición Felipe III y Felipe IV. No obstante,
la producción continuó en fincas clandestinas hasta que, en 1631, se dictó la ley 18 de
las Leyes de Indias por la cual se autorizó a los dueños a mantener esa situación de
plantar y producir, a cambio de destinar un 2% para la Corona.
La Iglesia Católica contribuyó a difundir ampliamente el sembrado de vides, siendo una
importante propulsora de la vitivinicultura, al menos en nuestro país. Para 1786, el
censo agrícola de Mendoza arrojó que, sobre 30.500 plantas, 26.500 pertenecían a
plantaciones eclesiásticas; es decir, más de un 70% de los viñedos eran propiedad de
los religiosos.
Sociedad y alcohol en Iberoamérica
A lo largo de los años, con la presencia española y de otros países en el continente
americano, se desarrolló y tomó forma una "fachada cultural ambivalente" que,
estimulando por una parte el beber excesivo e indisciplinado -a través de una publicidad
sostenida y continuada-, y castigando la embriaguez, terminó por favorecer el acoholismo
en vez de prevenirlo.
Diversos estudios permiten aproximar una caracterización más concreta de lo anterior: en
Guatemala, México, y otros países de la región, ha existido una relación entre los
patrones culturales de ingestión y la estructura socioeconómica de las plantaciones.
Durante siglos, los aborígenes fueron "enganchados" durante estados de
embriaguez colectiva, y llevados a trabajar a las llanuras cercanas a la costa. Las deudas
que contraían por la compra de aguardiente los obligaba a permanecer allí. Este sistema
se insertó en un patrón cultural aborigen de gran permisividad hacia la embriaguez
profunda, como parte de rituales religiosos o como vehículo de toda clase de
transacciones interpersonales.
En México, la ingestión exagerada de bebidas alcohólicas produce fuerte impacto en la
salud de la población; por ello, desde hace muchos años se prohíbe abrir nuevos
expendios de las mismas. También los programas con publicidad de bebidas alcohólicas por
radio y televisión deben emitirse después de las 20.00, al igual que en muchos países
desarrollados. Ningún establecimiento comercial puede vender esta clase de bebidas los
domingos y días festivos después de las 14.00.
En Guatemala, la costumbre de ingerir bebidas alcohólicas se origina en altas fuentes
culturales: tanto los aborígenes como el español consideran a las bebidas espirituosas
como un elemento de gran valor, manifestándose dicha costumbre en los rituales
religiosos, como parte de la dieta alimentaria y como factor de significación y prestigio
sociales. En general, hay gran liberalidad para ingerir bebidas alcohólicas en todos los
medios sociales, y en casi todas las edades, pero se advierte una actitud de menosprecio
hacia el bebedor excesivo. Es frecuente encontrar por las calles a individuos de ambos
sexos en estado de embriaguez; en las ciudades más populosas se observa esto en cualquier
día de la semana, y abundan en días de fiesta y domingos. En poblaciones indígenas, la
embriaguez colectiva posee un ritmo diferente y se relaciona, principalmente, con las
festividades religiosas.
En Ecuador, la ingestión exagerada ocurre en las comunidades aborígenes en relación a
festividades religioso-campesinas, considerando la mayoría de sus miembros que la chicha
es un alimento. Otras características son las siguientes: en general, los alcohólicos y
los bebedores excesivos pertenecen a grupos económicos superiores; un 50% de las mujeres
con independencia económica presentan el hábito de ingerir bebidas alcohólicas, y su
trabajo no parece influir sobre el mismo. Por otra parte, los sujetos que trabajan en la
ciudad son más propensos a la ingestión excesiva que los que trabajan en las aldeas.
Mientras que en Perú los indios de la sierra se asocian primariamente a la ingestión del
alcohol en ceremonias y fiestas, desde los 16 años todos beben sin excepción, y no
existen los bebedores solitarios. El estado de embriaguez es ampliamente aceptado como
"normal". En una comunidad estudiada de la costa peruana, la embriaguez es
común en los hombres mayores de 15 años; las mujeres no beben, o lo hacen moderadamente.
La ingestión se prolonga durante 2 ó 3 días, y todo el grupo controla a los que beben
menos y los presionan hasta obtener un grado similar de ebriedad, que es valorado
positivamente. El sujeto que bebe en forma solitaria es considerado un vicioso.
En la Argentina se observa que, en aquella zona donde prima la población indígena y
mestiza, hay una gran tolerancia hacia la ingesta excesiva de alcohol. En cambio, en la
Capital Federal, por ejemplo, con población de ascendencia predominantemente europea, se
rechaza al alcohólico y el consumo excesivo.
Algunas bebidas autóctonas argentinas
- Chicha (N.O. del país y Chaco Salteño)
- Licor de hidromiel (Mesopotamia)
- Ñoco (Patagonia)
- Jugos sin fermentar (sur de la Patagonia)
En definitiva, el período de bebidas autóctonas se caracteriza por un consumo ritual,
ceremonial, religioso -e inclusive alimenticio y medicinal- y colectivo de las libaciones.
Siempre se trata de bebidas fermentadas de baja graduación alcohólica (menos de 5%),
preparadas en forma rudimentaria, por lo cual no se podían conservar más que unos pocos
días. El bebedor solitario no estaba bien considerado. Generalmente, las mujeres no
bebían. Entre otras, las bebidas más frecuentes eran los distintos tipos de chicha,
licores de frutas y raíces fermentadas, y licor de hidromiel.
Fuente: Prevención de Adicciones; Programa de Perfeccionamiento Docente;
Fundación Prociencia/Conicet.
Selección y adaptación: Lic. Enrique Alberto Rabe - Área de Comunicación Social del
Centro Regional de Investigación y Desarrollo de Santa Fe (Ceride), dependiente del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)-.
(C) Prociencia - Ceride
publicado el 22 de diciembre de 2001