Los fluidos coloidales |
Entrevista con Claudio Berli*, quien investiga en reología y fisicoquímica de coloides y desarrolla sus actividades en el Intec**.
¿Qué estudia la reología?
Expresado en una forma general, la reología estudia el comportamiento de flujo de los
materiales. Por ejemplo, una crema para el cuerpo puede ser más o menos viscosa, o una
gelatina puede ser más o menos elástica. Esas propiedades reológicas se miden en
aparatos diseñados especialmente para ese propósito. Mi tarea consiste en tratar de
comprender cómo esas propiedades dependen de la estructura interna del material, es
decir, de su composición fisicoquímica. Este conocimiento posibilita mejorar las
propiedades del fluido o adaptarlo a nuevas aplicaciones. En particular, mi trabajo
comprende los denominados "fluidos coloidales", que básicamente son
suspensiones de partículas no visibles al ojo desnudo.
En nuestra vida cotidiana, ¿dónde existen fluidos coloidales?
Dentro de los alimentos, por ejemplo, la leche es una suspensión coloidal típica;
también la mayonesa, la cual es una emulsión coloidal. La sangre es un ejemplo en los
organismos vivos. Asimismo, varios productos de cosmética y formulaciones farmacológicas
son sistemas coloidales. Al respecto, seguramente muchos han leído alguna vez
"suspensión coloidal" en la etiqueta de un medicamento. Igualmente las pinturas
y las tintas son suspensiones de partículas coloidales, y aquí hay un buen ejemplo de
aplicación: las letras con las que se va a imprimir esta nota se producen presionando
tinta sobre papel. En este proceso, la tinta se debe deformar y secar en la forma
apropiada. Para realizar esta técnica correctamente es esencial un buen conocimiento de
las propiedades de flujo de la tinta.
El término coloidal, ¿a qué alude?
La palabra proviene de un término griego que significa cola o pegamento. En la
actualidad, "coloidal" se refiere al tamaño de las partículas suspendidas, que
es del orden de las diezmilésimas de milímetro.
¿De qué manera está usted hoy vinculado al Conicet?
Poseo una Beca de Reinserción, así se denominan las becas que adjudica el organismo a
quienes regresamos para trabajar en el país luego de una instancia posdoctoral. Mi
ingreso a la carrera del investigador se halla aún en trámite.
Con su doctorado concluido aquí, realizó un posdoctorado de dos años en Francia.
¿En qué universidad?
En la Universidad de París VII, más precisamente en un laboratorio de Biorreología que
se caracteriza por la investigación multidisciplinaria que llevan a cabo físicos,
biólogos, químicos y electrónicos. Es una forma de trabajo que permite obtener
resultados innovadores.
¿Recuerda algún producto francés en particular originado en ese laboratorio?
Creo que lo más relevante es el diseño de instrumentos de laboratorio para
estudiar sistemas delicados como la sangre. También ha sido trascendente para ellos el
desarrollo de productos sintéticos que imitan la sangre o los tejidos -como hígado o
cerebro-, los cuales son muy importantes para realizar diversos experimentos. En la
actualidad, están desarrollando productos de interés farmacológico relacionados con el
control de la circulación sanguínea.
Esa experiencia, ¿qué le permitió evaluar con respecto a su propia
capacitación y a los avances que, en su campo de investigación, existen allá?
Desde luego, en la Argentina es posible adquirir un buen nivel de capacitación en lo
técnico y científico. Pero, por supuesto, cuando uno se encuentra en un país de
avanzada lo que sorprende es la gran infraestructura, la disponibilidad de instrumentos y
materiales. Por ejemplo, el hecho de disponer de todas las publicaciones científicas en
el monitor de la computadora hace que el trabajo sea más ágil. Esos detalles marcan una
diferencia esencial porque, a igualdad de capacidad profesional, cuando se tiene una
organización que funciona como una maquinaria, donde cada uno es un engranaje que se pone
a girar al mismo ritmo que los demás, todo es como una "máquina de producir
resultados".
¿Es esto último lo que más llamó su atención?
Podría decir que sí, en lo que se refiere a la tarea del investigador. Por otro lado, es
admirable cómo esta maquinaria científica está aplicada al desarrollo y a la
producción, inmediatamente, en todos los ámbitos: medicina, informática, automóviles,
comunicaciones, por citar unos pocos ejemplos.
Obviamente, esto no sucede en nuestro país...
No en la medida necesaria. Si vale la comparación, en la Argentina tenemos una gran
producción científica, de trascendencia internacional, pero existe cierta disociación
entre la producción de conocimiento y la utilización de ese conocimiento en el
desarrollo tecnológico del país. En mi opinión, debemos hacer un esfuerzo para salvar
esa brecha. Creo que es un gran desafío en este momento donde queda claro que no podemos
seguir comprando productos valuados en dólares o euros. Para tomar un ejemplo concreto:
si queremos mantener nuestra calidad de proveedores de carne y cereales, necesitamos
vacunar el ganado contra la aftosa y regar los sembrados, para lo cual debemos pensar en
producir los agroquímicos que se requieren. Por supuesto que la tarea no depende
exclusivamente del sistema científico.
Su trabajo actual, ¿incluye la transferencia de conocimientos a empresas?
El Grupo de Reología y Fenómenos de Transporte, del cual formo parte en el Intec, tiene
una experiencia importante en el asesoramiento de empresas de la región y del país. Mi
investigación en particular es prácticamente básica; no obstante, estamos dirigiendo
las acciones para que los resultados sean más rápidamente utilizables.
¿En qué empresas interesan especialmente las investigaciones reológicas?
En todas aquellas en las que se requiera controlar y diseñar las propiedades de flujo de
un material, ya sea como producto final o en alguna etapa de su línea de producción.
¿Se trata de (empresas) medianas o grandes?
Las primeras son las que más requieren servicio técnico y desarrollo, ya que las grandes
disponen de sus propios laboratorios o compran la tecnología en el exterior.
¿Fue en la facultad donde se despertó su interés en la investigación
científica?
Diría que ocurrió mucho antes; en mi familia dicen que siempre fui
"curioso". A decir verdad, siempre me sentí atraido por la estructura de las
cosas, por la naturaleza que nos rodea. Así, cuando debía decidir qué estudiar,
Bioquímica me pareció una combinación atractiva de física, química y biología. Luego
comencé a trabajar en el Departamento de Física de la Facultad, lo que motivó aún más
mis deseos de continuar "aprendiendo"; el punto era "cómo vivir de
eso". Después obtuve una Beca de Conicet para realizar una Tesis Doctoral en el
Grupo de Reología del Intec, y así comenzó mi carrera.
¿Qué les sugeriría a quienes se sienten atraidos por el mundo científico?
Estimularía a todos aquellos alumnos que encuentren placer en estudiar y descubrir. La
carrera científica es exigente en varios aspectos, sobre todo en esta parte del mundo,
pero ofrece muchas satisfacciones.
Sabemos de su afición por la práctica deportiva. ¿Se lo permite su
actividad?
Seguro, sólo es cuestión de organizar el tiempo.
(*) Nacido en Vera (Sta. Fe), es Bioquímico y Doctor en Tecnología Química por la
Universidad Nacional del Litoral. Realizó un posdoctorado en la Universidad de París VII
(Francia). Integra el Grupo de Reología y Fenómenos de Transporte del Intec
(Conicet/UNL), que dirige el Dr. Julio A. Deiber, y es docente en la UNL.
(**) Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química; Güemes 3450.
Entrevistó: Lic. Enrique A. Rabe, del Área de Comunicación Social del Centro Regional
de Investigación y Desarrollo de Santa Fe (Ceride/Conicet).
(C) INTEC - CERIDE
publicado el 3 de marzo de 2002