FARMACOLOGÍA DE LAS SUSTANCIAS PSICOACTIVAS (I)

Las drogas son sustancias naturales, o artificiales, que alteran las emociones y percepciones del sujeto que las consume. Si su uso se prolonga, el resultado es la disminución progresiva de sus efectos ante dosis iguales sucesivas (fenómeno de tolerancia). Se desarrolla dependencia física cuando se presentan trastornos fisiológicos al dejar de estar bajo los efectos del fármaco, o psicológica, cuando se produce un deseo irresistible e insaciable de autoadministrarse las drogas; en ambos casos se puede llegar a la muerte.
Dadas las actuales características de desempleo, desintegración familiar, insalubridad, desinformación, hacinamiento y confusión social, gran parte de la juventud mexicana (¿solamente?) está expuesta al peligroso consumo de algún tipo de estupefaciente, incluídos el alcohol y el tabaco, drogas con cierta permisividad social.
Seguramente, nuestros antepasados eran más cautos: sabían muy bien que, entre las especies vegetales, algunas eran tóxicas y debían evitarse, y otras debían tomarse con cuidado ya que producían efectos muy particulares sobre los animales o los hombres que las ingerían. El hombre de la antigüedad -se especula- debió quedarse sorprendido al notar que las palomas picoteaban las semillas de ciertas plantas con particular fruición, o que los jabalíes y los gorilas desenterraban y comían las raíces de un arbusto africano para después brincar frenéticamente a su alrededor.
El contacto del hombre con sustancias que actúan sobre las emociones, la percepción o el estado de ánimo (sustancias psicoactivas) es, probablemente, tan antiguo como la humanidad misma. Los nombres dados a algunas plantas dejan ver el buen conocimiento que se tenía de sus efectos: a la amapola se le llamó "la planta de la alegría"; al alcohol el "elixir de los dioses" y a la planta de la marihuana "el dulce de las palomas". En las sociedades antiguas estas sustancias se asociaban con deidades, y su consumo estaba frecuentemente ligado a rituales mágico-religiosos.
Sin embargo, fue recién en el siglo pasado cuando se logró la identificación y purificación química de los principios activos de algunas plantas. Esto ha cambiado el panorama de estas sustancias, dando lugar, entre otras cosas, a la farmacodependencia.
La farmacodependencia es un fenómeno muy complejo que engloba conductas relacionadas con la autoadministración compulsiva de sustancias que alteran el estado de ánimo y la percepción. Se presenta de muy diversas maneras: por ejemplo, un individuo intoxicado con alcohol presenta claras perturbaciones motoras y de equilibrio, mientras que uno bajo los efectos de la cocaína tiene buena coordinación motriz y claridad de ideas.
La farmacodependencia, fenómeno multifactorial
En la génesis y el desarrollo de la farmacodependencia participan tres tipos de factores: individuales, socioeconómicos y farmacológicos.
Entre los factores que se pueden atribuir al sujeto se encuentran la edad, expectativas para el futuro, situaciones personales conflictivas, sensación de soledad e incomprensión y, en algunos casos, posiblemente factores hereditarios. Pero, si se presentan las circunstancias adecuadas, cualquier persona puede desarrollar dependencia. Aquí juegan un papel predominante las propiedas farmacológicas de las sustancias psicoactivas.
Como factores socioeconómicos podemos citar a la familia, los valores morales y religiosos, los intereses económicos y la reglamentación existente para el uso o abuso de las sustancias psicoactivas. Vale la pena destacar la publicidad y los estereotipos o patrones conductuales de moda.
Los factores atribuibles al fármaco contemplan sus características fisicoquímicas y sus efectos particulares sobre el sistema nervioso central, así como la tolerancia que se dearrolla a dosis subsiguientes (esto es, se necesita una dosis cada vez mayor para conseguir el efecto de la primera toma de la droga).
Existe una dependencia física cuando el organismo se descompone al dejar de estar bajo los efectos de un fármaco. Al conjunto de desórdenes fisiológicos que se presentan al suspender la acción de un fármaco que produce dependencia física se le conoce el "síndrome de abstinencia o síndrome de supresión".
Otro componente interesante es la dependencia psicológica, caracterizada por un deseo irresistible e insaciable de autoadministrarse las drogas, sea para evitar sensaciones o situaciones desagradables o bien para experimentar sensaciones placenteras.
Los fármacos que producen dependencia se clasifican en: Depresores del Sistema Nervioso Central (SNC), estimulantes del SNC, opioides y alucinógenos.
Depresores del SNC
La tipología, debida a Levin, agrupa en el mismo conjunto al alcohol, los hipnóticos, los tranquilizantes menores y los solventes orgánicos.
Bajo el influjo de estas sustancias hay deterioro de las funciones motoras y mentales, e inhibición generalizada del SNC, y a dosis bajas pueden producir una excitación, paradoja que se explica por la depresión de centros inhibitorios del organismo. Además, producen tolerancia a efectos particulares y tolerancia cruzada entre las distinta sustancias, fenómenos que a continuación explicaremos.
Los depresores del SNC son agentes de abuso porque calman la ansiedad y reducen la tensión.
El fenómeno de la tolerancia .
La tolerancia se define como la disminución progresiva de los efectos de una droga a dosis sucesivas iguales.
Algunos fármacos necesitan tomarse en dosis cada vez mayores para producir los mismos efectos de la primera administración.
Con otros fármacos la tolerancia es tan importante que no se alcanzan los mismos efectos iniciales, ni siquiera con dosis mucho mayores que la primera.
La tolerancia se observa con un buen número de sustancias, y en su génesis y desarrollo pueden estar involucrados mecanismos múltiples. La tolerancia cruzada, por ejemplo, es un fenómeno que se presenta entre fármacos con características similares que comparten sistemas de respuesta.
Por ejemplo, un individuo que depende del alcohol presentará tolerancia cruzada a solventes y a otros fármacos afines, aunque no haya tenido exposición previa a estos agentes. La tolerancia cruzada tiene relevancia clínica ya que un sujeto puede no responder a una droga nueva por exposición previa a otras del mismo grupo. (continuará).
"Investigación Hoy" (Méx.) - (C) CERIDE -
FARMACOLOGIA DE LAS SUSTANCIAS PSICOACTIVAS (II)
Alcohol
El alcohol es una de las sustancias psicoactivas más antiguas. Las manifestaciones de una intoxicación aguda son bien conocidas en nuestra civilización: el individuo intoxicado pasa por una fase que incluye trastornos en el equilibrio, en el habla y en los reflejos en general. Tales manifestaciones se deben a una depresión irregular del SNC. La depresión alcohólica no alcanza por igual los centros nerviosos.
Los primeros efectos corresponden al sistema reticular y a la corteza cerebral, donde se integran funciones tan complejas como las relativas al comportamiento social.
Como resultado de esta inhibición, se observa una aparente excitación. Con concentraciones más altas de alcohol se deprimen los centros cerebrales que controlan el equilibrio hasta que la inhibición llega al mesoencéfalo. Esto se traduce en una falta de coordinación motora, disminución de los reflejos espinales y pérdida de los mecanismos de regulación de la temperatura. Finalmente, si la ingestión de alcohol continúa, sobreviene la muerte por depresión de los centros respiratorios. La muerte por sobredosis puede presentarse con mayor frecuencia en los bebedores crónicos que ya tienen tolerancia a algunos de los efectos inhibitorios del etanol.
La intoxicación aguda de alcohol es la única intoxicación que se acepta socialmente, y las leyes referentes a su consumo son altamente permisivas. El costo y riesgo social por el abuso de esta sustancia es altísimo por la cantidad de horas no trabajadas por los sujetos intoxicados, los accidentes ocasionados directa o indirectamente, el costo de la asistencia médica y el deterioro en las relaciones familiares y sociales.
Solventes orgánicos
El hombre está en contacto con los solventes orgánicos en circunstancias tales como la exposición ocupacional o la inhalación voluntaria para producir alteración de las funciones mentales. La venta y posesión de solventes es legal ya que su uso comercial está ampliamente difundido y es casi imposible controlar su uso para otros propósitos.
Los solventes orgánicos son los componentes básicos de productos comerciales como "thinner", pegamento y gasolina.
En quienes inhalan la exposición no se presenta a una sola sustancia sino a mezclas variables. Todos los solventes producen una irritación de las vías respiratorias, mareos, dolor de cabeza y, en ocasiones, vómitos. Estos síntomas generalmente anteceden a los efectos "deseables" tales como la sensación de bienestar, la disminución del hambre y del frío y el alejamiento temporal de una realidad desagradable.
Algunos efectos relacionados con la exposición crónica a los solventes son el deterioro del aprendizaje y del desempeño en pruebas de inteligencia, la falta de memoria, la neuropatía óptica, algunos estados psicóticos y el aumento en la incidencia de que afectan la audición. Hay cierto desarrollo de tolerancia a sus efectos sobre la percepción y estado de ánimo. Vale la pena mencionar que muchos de los efectos reportados como resultado de la exposición crónica a los solventes parecen ser total o parcialmente reversibles.
No obstante, a pesar de conocerse algunos de los efectos de los solventes, aún se ignora cuáles son sus mecanismos de acción, así como las relaciones entre la dosis, el tiempo de exposición y las respuestas biológicas.
Hipnóticos y sedantes
El primer contacto con estos fármacos es generalmente por prescripción médica. Los barbitúricos se utilizan como hipnóticos y los sedantes o tranquilizantes menores (p. ej.: el diazepam) para el tratamiento de la ansiedad. Existe clara tolerancia a los efectos hipnóticos de los barbitúricos, lo que se explica en parte por una inducción de las enzimas hepáticas responsables de su metabolismo. Todos los hipnóticos producen dependencia física cuando se emplean en forma crónica, de allí que, para evitar las manifestaciones de abstinencia deba disminuirse su consumo lentamente. El uso prolongado de las benzodiacepinas (calmantes nerviosos) también produce dependencia física.
Su retiro abrupto se traduce en pérdida de peso, alteraciones en la percepción y dolores de cabeza. Tanto los hipnóticos como los tranquilizantes menores generan algún grado de dependencia psicológica.
Estimulantes del Sistema Nervioso Central (SNC)
La cocaína y las anfetaminas son el primer subgrupo de esta categoría; también se le conoce como la clase de los estimulantes mayores.
La cocaína se extrae de las hojas de un arbusto originario de Sudamérica, el Erythoxylum coca. Entre sus muchos efectos, es un anestésico local, y como tal se utilizó hasta que fue desplazado por fármacos menos peligrosos. Produce un elevadísimo grado de dependencia psicológica con poca dependencia física. Sus propiedades farmacocinéticas la convierten en una sustancia de fácil abuso. En la actualidad se tienen formas químicamente puras y vías de administración muy eficientes. Los efectos empiezan a sentirse casi inmediatamente después de una inhalación o de una administración intravenosa.
La experimentación animal con este fármaco ha arrojado datos sorprendentes. Se han entrenado animales (roedores, principalmente) para recibir una dosis de cocaína como resultado del despliegue de una conducta, apretar una palanca, por ejemplo. En condiciones de libre acceso al fármaco, los animales se autoadministran la droga compulsivamente.
Presentan períodos en los que lo único que hacen es apretar la palanca para conseguir la droga sin atender sus necesidades más básicas como la alimentación. Después suspenden toda actividad para dedicarse por completo a la búsqueda de la droga. Todos los animales que, en condiciones experimentales, tienen acceso ilimitado a la droga, se la autoadministran hasta que mueren.
Las anfetaminas se sintetizaron en la década del '30 como sustitutos de la efedrina y de la adrenalina, para ser utilizadas como descongestionantes nasales por inhalación. En la actualidad son utilizadas por personas que tienen que someterse a jornadas de trabajo excesivamente largas, para bajar de peso o como psicoestimulantes. Sus efectos iniciales son la elevación del estado de ánimo, disminución de la sensación de fatiga y disminución del apetito. Producen tolerancia importante.
Durante la intoxicación con los estimulantes mayores del SNC puede incrementarse la agresividad, acompañada de una sensación de mayor fuerza muscular, de delirios paranoides y de alucinaciones visuales y auditivas, lo que puede convertir a los intoxicados en sujetos peligrosos para sí mismos y para los demás. La experiencia indica que el mayor riesgo asociado al consumo de estas drogas se debe al alto precio, en todos sentidos, que los usuarios son capaces de pagar por obtenerlas.
El segundo subgrupo de los estimulantes del SNC está constituído por la nicotina y la cafeína, considerados como enervantes débiles.
Alucinógenos
A estos fármacos también se les ha dado el nombre de psicodélicos (reveladores de la mente) y psicotomiméticos (que simulan estados psicóticos). Se define como alucinógenas a aquellas sustancias que, en dosis no tóxicas, producen cambios en la percepción, en el pensamiento y el estado de ánimo, sin producir confusión mental, pérdida de la memoria o desorientación en el espacio y en el tiempo. La persona que "alucina" oye sus propios pensamientos y las creaciones de su imaginación, e incluso ciertas combinaciones de pensamientos se transforman en impresiones sensoriales.
Opiáceos
La morfina es el mejor analgésico natural que se conoce. Se extrae a partir del opio, exudado lechoso de cápsulas inmaduras de una especie de amapola, la Papaver somniferum, que al contacto con el aire adquiere un color pardo característico. Se designa como opiáceos a las sustancias naturales o sintéticas que estén relacionadas farmcológicamente con la morfina.
Lo que la farmacología puede aportar al problema de la drogadicción es el discernimiento estructural y funcional de las drogas, así como el desarrollo de nuevos fármacos desprovistos de la capacidad de inducir dependencia física.
"Investigación Hoy" (Méx.) - (C) CERIDE.