Entrevista
con el Dr. Víctor Ramos -geólogo-*.
La Cordillera de los Andes se levantó luego de la formación
de otras estructuras que aparecieron hace 170 millones de años.
Por ser una zona en movimiento permanente, se descubrió que el
terremoto de Mendoza (1861) fue provocado por la falla de “La Cal”. Basando
sus investigaciones en la Tectónica, un grupo del Instituto Argentino
de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla),
del Centro Regional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas
(Cricyt**), sito
en la capital mendocina, ha demostrado que esta falla es la que permitió
deformaciones, aperturas de corteza y el acceso del Pacífico, hace
260 millones de años, a la zona que, hoy, es continental. Los estudios
contribuirían a que futuros asentamientos poblacionales se hicieran
en zonas más estables, donde la construcción no costase
tanto y pudieran disminuirse los costos de prevención.
¿Qué
es la tectónica?
Es la rama de la Geología, o de las Ciencias de la Tierra, que
estudia la estructura de las cadenas montañosas. En este caso particular,
estudiamos la de la cadena de los Andes. Esto es muy importante porque
conociendo la estructura sabemos cómo, mecánicamente, se
ha formado. Se puede saber cuáles son las zonas más y menos
activas, y eso está relacionado con las zonas sísmicamente
activas, donde se producen los terremotos. Los estudios tectónicos
permiten analizar esa mecánica, ver cuáles son las zonas
que se rompen dentro de la corteza y donde se libera energía a
través de los terremotos, tan comunes y conocidos por los mendocinos.
¿Qué
había antes de la Cordillera?
Lo interesante es que las estructuras actuales están heredadas
de las que se produjeron hace 160 ó 170 millones de años,
cuando la Cordillera no existía. En aquel momento las estructuras
dominantes eran extensionales. Es decir, la corteza se abría en
lugar de contraerse, como ocurre actualmente. Al abrirse, permitía
la entrada del mar del Pacífico y llegaba a ocupar gran parte de
lo que hoy es la provincia de Mendoza, en particular la centro-occidental.
El trabajo que está haciendo un grupo del Ianigla, encabezado por
Laura Giambiaggi, es estudiar las condiciones geométricas de la
falla inicial que abrió esas cuencas, puesto que esa falla es la
que controla la deformación posterior. El avance ha sido muy importante.
La comunidad científica ha quedado impresionada por el estudio
que el grupo ha realizado y que ha permitido conocer la secuencia: apertura
de la corteza y acceso de los mares, hace 260 millones de años,
hacia el territorio, hoy, mendocino. Si bien eso parece algo muy alejado,
muy distante de lo que a nosotros nos interesa, es importante haber reconocido
esas estructuras porque controlan el levantamiento actual de la Cordillera
de los Andes, que es lo que nos castiga con los terremotos que se producen
en esta zona.
¿Para qué
sirven estos estudios?
Para entender mejor: si se conocen las estructuras activas, pueden verse
su longitud y desplazamiento y saber qué tipo de sismos o terremotos
pueden producirse. Al conocer la ubicación del frente de deformación
se puede saber qué estructura tiene, cómo se mueve y cómo
se desplaza; puede predecirse cuál será la zona más
activa, qué magnitud alcanzarán, en esas fallas, las fracturas
que se han detectado en el frente cordillerano.
¿Y qué
tipo de falla se ha detectado?
La zona se conoce, desde 1861 (terremoto de Mendoza), como la falla de
La Cal, que es el sistema más importante. Hay un grupo de investigadores
locales que, a partir de sus estudios, muestran la recurrencia de los
sismos a través de esa falla, sismos que comenzaron a registrarse
en 1760. Y esos movimientos han liberado la tensión de esa falla,
que se desplaza y se dirige hacia el sur. Hoy sabemos que hay una gran
zona, tectónicamente activa, que es la que genera, en gran parte,
los terremotos más superficiales, que son los más peligrosos
y sobre los que hay que tener mayor conocimiento de su potencialidad para
poder mitigar sus efectos.
¿Alguna
vez se podrán predecir los terremotos?
California, en Estados Unidos, es una de las zonas más fuertemente
castigadas por sismos. Se han invertido millones de dólares para
llegar a predecirlos, pero hasta ahora no han obtenido resultados positivos.
Sin embargo, al menos pueden estimar cuáles son las zonas más
activas y más peligrosas y hacer una zonación de la construcción,
de las premisas que deben tener las construcciones en esas zonas potenciales
donde pueden ocurrir los terremotos.
En una mirada hacia
el futuro, ¿qué pasará con la Cordillera?
Se puede proyectar desde el punto de vista geológico y decir, con
certeza, que donde estamos parados ahora (el edificio del Cricyt,
en la capital) habrá una montaña. La proyección que
hace un geólogo es en millones de años. A cualquier ciudadano
común no le importa porque él no estará acá,
ni sus nietos, ni los nietos de sus nietos. Pero, desde el punto de vista
geológico, puede verse cómo es la mecánica de la
formación de una cordillera, cuál será el futuro
de la formación de esa cordillera y, sin dudas, sabemos cómo
era hace 20 millones de años, hace 10 millones de años y
podemos predecir cómo será dentro de 10 millones de años.
Si aún existen los arqueólogos en aquél momento del
futuro, estarán buscando los restos de la ciudad de Mendoza. Hay
que ser cautos y explicar que, cuando se habla de avance se lo hace en
sentido geológico. Los avances son del orden de un centímetro
por año y, para avanzar diez kilómetros, deben transcurrir
millones de años.
El calentamiento
global, ¿afecta las proyecciones?
Los geólogos hablan sobre cómo se libera la energía
interna de la Tierra. Esta energía interna va paralela a los problemas
que tiene la energía externa de la Tierra, que es el calentamiento
global producido por gases acumulados. O sea, son “vidas paralelas”. Las
dos, una de alta velocidad (la de los cambios climáticos), y la
otra, que va en forma muy lenta, tienen direcciones paralelas, pero ambas
deben preocupar. En el futuro inmediato tenemos que pensar en el calentamiento
global, pero también debemos conocer mejor cómo será
la estructuración de la energía interna porque puede contribuirse
a que futuros asentamientos se hagan en zonas más estables, donde
la construcción no cueste tanto y puedan disminuirse los costos
de prevención.
La tarea de los
geólogos, ¿debe ser multidisciplinaria?
Siempre debe haber un grupo de geólogos, sismólogos, geofísicos,
paleontólogos y otros especialistas. Hoy no puede hacerse ciencia
si no hay vasos comunicantes entre las distintas disciplinas porque son
interdependientes.
Por la Lic. Myriam
Arancibia (Cricyt-Conicet).
(*) Profesor de Tectónica en la Facultad de Ciencias Exactas y
Naturales (UBA) y Director
del Laboratorio de Tectónica Andina. (**) Conicet/UNCu/Gobierno
de Mendoza. Adaptó: Lic. Enrique A. Rabe (ACS/Conicet
Santa Fe).
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