El hombre comenzó a utilizar los minerales ya en los principios de su
evolución cultural, pero el conocimiento científico de los mismos data del siglo XIX
cuando se procedió a su clasificación y caracterización física-química. Con el
nacimiento de la minería fueron adquiriendo gran valor y actualmente constituyen la base
de un floreciente comercio mundial.
Definiciones e historia
Mineral, en el sentido más antiguo y amplio de la palabra, es toda sustancia que
pertenezca al reino mineral, es decir, que no tenga origen vegetal ni animal.
Científicamente, es un sólido estructuralmente homogéneo y de composición química
definida, con propiedades físicas características, originado por procesos naturales,
generalmente inorgánicos. Es el componente fundamental de las rocas, pero puede aparecer
aisladamente.
Los minerales nacieron con la consolidación de la corteza terrestre, hace aproximadamente
4.000 millones de años, y fueron parte del legendario magma (material generador de los
minerales y de las rocas "ígneas" después de su enfriamiento). El hombre, que
apareció hace alrededor de 4 millones de años, comenzó a usarlos 20.000 ó 30.000 años
atrás. Los minerales se integraron tempranamente a la cultura humana a través del uso de
las "piedras" duras (pedernal, calcedonia y cuarzo) para la defensa, la caza de
animales y la fabricación de herramientas u otros utensilios. Por otra parte, ya en La
Biblia se mencionan cerca de cincuenta sustancias minerales, si bien su identidad es
dudosa.
* La arcilla
Ésta fue, quizás, la iniciadora de la primitiva industria que luego se conoció como
alfarería, ya que se debía guardar el agua, el aceite, la harina, y -cuando Noé
fermentó las primeras uvas- añejar el vino. En la antigua Moravia (actual República
Checa), durante el Paleolítico (desde la aparición del hombre hasta el 12.000 a. C.) se
usó arcilla para la alfarería y la fabricación de ladrillos, esto último a fin de
concretar la primera pretensión habitacional del hombre cuando abandonó las cavernas. En
el Paleolítico superior se usaban 13 minerales que, en verdad, eran 12 -ya que el cuarzo
y el cristal de roca son lo mismo-, además de serpentina, obsidiana, pirita, calcedonia,
jaspe, enstatita, ámbar, jadeíta, calcita, amatista, fluorita y ocres (los últimos, en
las pinturas). Los caldeos y babilonios (s. VI y V a. C.) emplearon ladrillos, tejas y
tablas de arcilla para construir sus casas, ciudades, obras de riego y para comunicarse
por medio de la escritura (nacimiento de la prensa escrita), respectivamente.
Tanto en África como en Asia las primeras viviendas fueron de arcilla, mientras que las
rocas calcáreas se utilizaron, por ejemplo, en la construcción de las pirámides
egipcias. En una de ellas, la de Gizeh (2980-2925 a. C.), se utilizaron 2.300.000 bloques,
cada uno con un peso de 2,5 toneladas.
En el Neolítico (6000 a 2500 a. C.) comenzaron a emplearse el oro y la plata, así como
la nefrita (variedad de jade), sillimanita y turquesa; contemporáneamente, el hombre daba
sus primeros pasos dentro de la actividad mercantil. En el Egipto predinástico el color
de los minerales llamó más la atención que el valor de los mismos. Así, el ónix se
usó en la II Dinastía, y el jade y la azurita en la III. Vale señalar aquí que, al
igual que en nuestra cultura incaica, la azurita se consideraba la piedra de la felicidad,
y aún hoy no es raro encontrar en los ranchos jujeños y salteños un trozo de azurita.
Proveniente de la XVIII Dinastía egipcia, la estela de Nebona exhibe esta leyenda:
"He ofrecido numerosos dones al templo del padre Osiris: plata, oro, lapislázuli,
cobre y piedras preciosas"; es decir, presentes para los dioses. Luego, aquellos
minerales servirían para honrar a los soberanos y serían partes de condecoraciones. Como
se ve, no hay nada de nuevo. Quizás allí tengan su origen los collares y medallas que se
obsequian entre magistrados, embajadores, jefes de Estado, príncipes, dignatarios
religiosos, jerarcas civiles y militares, etc. El paso de los siglos y la curiosidad
humana hicieron el resto, al estudiar, analizar, denominar y clasificar todos los
minerales. Pero en esta ocasión no nos referiremos a ello.
Algunas denominaciones llamativas
Muchos nombres de minerales provienen de los antiguos griegos o latinos, como albita (del
Latín, albus -blanco-); esfeno (gr. sphen -cuña-); baritina (gr. denso). Otras
denominaciones aluden al lugar donde fueron hallados: anglesita (de la isla Anglesey,
frente a la costa de Gales, en Gran Bretaña); aragonita (de Aragón -España-);
franklinita (de Franklin, Nueva Jersey -EE.UU.-); huemulita (del cerro Huemul, Mendoza).
También existen las que derivan de nombres de personajes: roosevelita (de Franklin D.
Roosevelt), musolinita (de Benito Mussolini), sarmientita (de Domingo F. Sarmiento).
Importancia de los minerales
Su aplicación y explotación comenzaron desde que el hombre los descubrió. Y ya en el
siglo XIX se llegó a consumir una cantidad de minerales similar a la que el ser humano
había consumido desde el descubrimiento de los mismos. Esta explotación y
aprovechamiento fue realizada en un 90% por los países industrializados, quedando el
resto a cargo de los no desarrollados (o en vías de desarrollo).
El consumo de minerales fue artífice de la Revolución Industrial. Así, el hogar fue
llenándose de confort: las camas, las cañerías, la electricidad, el agua corriente, la
calefacción, la cocina; en todo aquello que facilitaba la vida diaria los minerales
adquirieron cada vez mayor presencia y demanda, a lo que se sumaron la industria
automotriz, la producción de material bélico, la fabricación de trenes, barcos,
aviones, maquinarias y la tecnificación del campo, por citar unos pocos aspectos.
En una síntesis apretada, hierro, cobre, plomo, estaño, oro, plata, mercurio, piedras
preciosas, arcilla y materiales para la construcción resultaron de aprovechamiento
inmediato. Como se ve, algunos son típicos de las industrias básicas; otros, de áreas
menos esenciales, y los menos, para el lujo. Ciertos minerales son imprescindibles en
tiempos de guerra, alcanzando valores extraordinarios como es el caso del wolfram, del
hierro, del aluminio. Otros, en tiempos de paz, también gozan de elevada demanda.
Por otro lado, los minerales industriales pueden someramente dividirse en combustibles,
hulla, petróleo, gas, minerales de hierro, metales de aleación de hierro (cromo,
manganeso, molibdeno, níquel, wolframio, vanadio), metales no ferrosos (cobre, plomo,
zinc, estaño, aluminio), metales raros, metalúrgicos, químicos, fertilizantes,
cerámicos abrasivos y de uso en la farmacopea, como es el caso de la alúmina.
El hombre, sin advertirlo, en los siglos IV y V a. C. explotaba los minerales de plomo de
Laurion (Grecia), arrojando (¡cuándo no!) las escorias al mar. Así comenzó la
contaminación marina, pero la Naturaleza, con su potencia transformadora, combinó el
plomo con el cloro del agua de mar, dando magníficos cristales de oxicloruro de plomo,
formados entonces, indirectamente, por la acción humana.
Fuentes:
* "Los minerales", por el Dr. Carlos A. Rinaldi -investigador del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)-, Director del
Instituto Antártico Argentino. Revista "Ciencia e Investigación"; tomo 53,
Nro. 3 y 4. * Gran Enciclopedia del Mundo. * Vocabulario Científico y Técnico - Real
Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales. * Enciclopedia Espasa Calpe.
Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe -Área de Comunicación Social del Centro
Regional de Investigación y Desarrollo de Santa Fe (Ceride/Conicet)-.
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