Los monos capuchinos -cebus-, un grupo modelo
Por su capacidad de aprendizaje y destreza manual se los puede entrenar aun para asistir a personas cuadripléjicas.
Animales exitosos
Los monos del género Cebus constituyen uno de los grupos de primates neotropicales (habitan Centro y Sudamérica) más exitosos en términos ecológicos y evolutivos, como lo atestigua su amplia distribución actual. Estos animales, que reciben distintos nombres locales en cada región, son genéricamente conocidos como monos capuchinos (en el NE de la Argentina y en el Paraguay se los denomina caí). Existen cuatro especies que se distribuyen desde Honduras hasta el norte de nuestro país; aquí hay dos poblaciones de Cebus apella (C.a.) que corresponden a dos subespecies distintas: C.a. paraguayanus, en las selvas de Salta y Jujuy, y C. a. nigritus, en la selva misionera.
Los caí son primates medianos; las hembras adultas pesan unos 2,5 kg y los machos adultos unos 3 kg (hay ejemplares en la Granja La Esmeralda). Los monos capuchinos tienen la relación volumen cerebral-tamaño corporal (índice de encefalización) más elevada de todos los primates, con la excepción de los orangutanes, los chimpancés y el hombre. Ello está en relación con su capacidad de aprendizaje e innovación. Son muy diestros con sus manos, y son capaces de usar herramientas (palos y piedras) para resolver complejos problemas. Por esta razón son entrenados y utilizados como asistentes de personas cuadripléjicas, a las que alimentan y brindan ayuda esencial.
¿Qué comen?
En condiciones silvestres su dieta es omnívora y generalista. Prefieren los frutos jugosos y ricos en energía. A la proteína de su dieta la obtienen de artrópodos y pequeños vertebrados (anfibios, reptiles, aves y pequeños mamíferos) que buscan asiduamente. En el Noroeste argentino, durante el invierno (la época seca), los frutos carnosos son muy escasos y los Cebus obtienen casi todo su alimento de la base de hojas de bromelias, ricas en hidratos de carbono y proteínas. En Misiones, durante el invierno, los frutos e insectos escasean, por ello, en esta estación, una gran proporción de la dieta de los caí está representada por brotes de bambú (Chusquea ramosissima), un recurso muy abundante. Los caí dedican la mayor parte del día a la búsqueda del alimento. Un 50-60% del tiempo diario lo emplean en la búsqueda de artrópodos; un 20-30% al consumo de frutos, y al resto del tiempo lo reparten entre la locomoción, el descanso y las actividades sociales como el acicalamiento y el juego.
Los capuchinos del parque
En el Parque Nacional Iguazú los caí ocupan un área se acción de unas 170 ha, dentro de las cuales realizan desplazamientos diarios de 2,5 km en promedio. Efectúan estos desplazamientos siguiendo los árboles con frutos de los que se alimentan en cierto momento, y cuya distribución espacial define el uso del área de acción del grupo. Conocen en detalle dónde está localizado cada recurso, y organizan sus movimientos espaciales de manera de visitar en serie fuentes de alimento sin tener que revisitar áreas recientemente utilizadas (y que tienen menos fruta y artrópodos). Sin embargo, sus movimientos varían a medida que se agotan los frutos de algunos árboles y comienzan a utilizar nuevos árboles, cuyos frutos han madurado. Es probable que esta necesidad de recordar la posición espacial y el ritmo de renovación de muchos recursos en un área tan grande haya sido una de las presiones de selección natural que hayan resultado en la evolución hacia el inmenso volumen cerebral de los primates. De hecho, se sabe que los primates frugívoros, que tienen que recordar la localización de muchos árboles -en áreas de acción muy grandes-, tienen un volumen cerebral (corregido para su peso corporal) mayor que el de las especies folívoras (se alimentan de hojas) o insectívoras, cuyos recursos están homogéneamente distribuidos y poseen territorios más pequeños.
Una relación similar entre volumen cerebral y dieta existe en los murciélagos: las especies frugívoras tienen un mayor tamaño cerebral que las insectívoras. Algunos primatólogos sostienen, sin embargo, que el gran tamaño cerebral observado en los primates está relacionado no tanto con presiones ecológicas, como el tipo de dieta, sino con presiones sociales, existiendo una relación positiva entre la complejidad social de una especie (por ejemplo, el tamaño grupal) y el tamaño cerebral. Los monos capuchinos combinan ambas características: una dieta omnívora basada en la explotación de frutos silvestres en áreas de acción muy grandes, y una compleja vida social en grupos relativamente numerosos. Ambos factores han llevado, quizá, a que los capuchinos posean, proporcionalmente, el cerebro más grande entre los monos.
Los enemigos
Por su pequeño tamaño, los caí están expuestos a un gran número de depredadores. Entre los principales se cuentan águilas (arpías y copetonas reales) y carnívoros terrestres (yaguareté, puma, ocelote y hurón mayor). El hombre es también un importante depredador: poblaciones aborígenes los cazan como alimento o para su comercialización como mascotas.
Su sistema social
Presenta un sistema poligámico multimacho complejo (varias hembras y machos adultos reproductivos por grupo, y un sistema de apareamiento generalmente promiscuo), aunque también se lo podría caracterizar como un sistema de hembras asociadas: éstas permanecen en el grupo natal, mientras que los machos se mudan a otro grupo entre los 4 y los 9 años de edad. Por lo tanto, las hembras de un grupo están cercanamente emparentadas entre sí. En el caí, Cebus apella, un macho adulto dominante juega un papel central y decisivo: es capaz de monopolizar el acceso a recursos espacialmente concentrados por medio de la agresión, y limitar el acceso a otros machos adultos subordinados. Este macho es quien recibe mayor cantidad de acicalamiento o despulgue dado por las hembras del grupo. En tanto, en otros grupos de capuchinos, los machos adultos presentan relaciones más igualitarias entre sí.
Los monos capuchinos son muy longevos, habiendo registros de animales cautivos que llegaron a vivir hasta 47 años. Esta longevidad se asocia con una maduración muy lenta: las hembras, en libertad, tienen su primer hijo normalmente a los 7 años. Los machos, hasta los 10 ó 12 años de edad no están en condiciones de establecerse como machos reproductivos. Las hembras tienen una cría cada dos años, y la destetan después del año.
Yendo de la selva al laboratorio
Constituyen un grupo modelo de estudio, no sólo "de campo" sino también de laboratorio; en ellos se interesan la biomedicina y la psicología experimental. Estos monos representan un claro caso de paralelismo evolutivo con formas del Viejo Mundo; muchos comportamientos similares han evolucionado independientemente y en respuesta a presiones de selección natural semejantes. Estudios comparativos entre los primates pueden ayudarnos a desentrañar la forma en que la conducta social responde a distintos factores ecológicos.

Por Mario S. Di Bitetti; Departamento de Ecología y Evolución de la Universidad Estatal de Nueva York, Stony Brook (EE.UU.); Laboratorio de Investigaciones de las Yungas (LIEY), Universidad Nacional de Tucumán. Revista "Ciencia Hoy"; Vol. 9. Nro. 53.
Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe -Area de Comunicación Social del Centro Regional de Investigación y Desarrollo de Santa Fe (Ceride), dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet)-.

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