Nombre del autor: Lic. Juan Manuel Giménez
Institución: Licenciatura en Comunicación Social. Facultad de Ciencias de la Educación. Universidad Nacional de Entre Ríos
Mesa: Aulas y laboratorios: la enseñanza de la comunicación.
Notas sobre códigos / prácticas y ordenamientos simbólicos.
Práctica docente en comunicación
Nuevos tiempos
"Una política que desatiende el momento de identidad e identificación -no estamos postulando, por supuesto, algo permanente o esencial- no podrá entender los nuevos tiempos. ¿Podría haber nuevos tiempos sin nuevos sujetos? ¿Podría transformarse el mundo mientras sus sujetos permanecen iguales? ¿Es posible el cambio si nosotros permanecemos inalterables?. Esta es otra de la `relaciones fijas o ideas venerables´ que, como predijo Marx adecuadamente, los nuevos tiempos están disolviendo en el aire."
Stuart Hall
Parece ser que existe un consenso relativamente importante con relación a que vivimos un tiempo de crisis; los hechos son indiscutibles. Nuestras sociedades están experimentando diversas y vertiginosas transformaciones que atraviesan todos los ordenes de la vida: laboral, educativo, cultural, social, etc.; dando lugar a transiciones de formas que ya no contienen el desborde que estas transformaciones provocan con su emergencia. Temáticas tales como el debilitamiento del modelo del Estado-Nación, la redefinición global del trabajo -tecnología mediante-, la diversidad cultural, la exclusión social, etc. plantean severos problemas y conflictos por el reconocimiento del otro (en su doble sentido: que me reconozca y que pueda reconocerlo).
Obviamente, esto complejiza, dificulta y conflictúa las relaciones que los hombres establecen entre sí y la forma en que producen el orden social.
Este problema profundo de relación del yo con el otro, de un nosotros con un ellos, señala el campo de las ciencias sociales, por decirlo en términos genéricos, y directamente y con cierta especificidad a lo comunicacional.
Ahora bien si existe un consenso sobre el tiempo de crisis, parece existir también lo que Claude Lefort llama una "fascinación por la crisis" en algunos cientistas sociales, que los empuja a la búsqueda de un punto arquimédico fuera de la contemporaneidad misma de la crisis para la resolución de las problemáticas planteadas. Dice Lefort:
"El sentimiento actual de una crisis generalizada reside en la incertidumbre sobre el porvenir, un porvenir donde todo parece posible. Signo de la época: a veces nos lacera la nostalgia del tiempo de las grandes creencias."
También, agregaríamos nosotros a esta mirada a las grandes certezas pasadas para acallar las contingencias e incertidumbres del presente, un "pensamiento celebratorio" y acrítico de los nuevos tiempos que vía tecnológica pretende esperanzar la existencia con el mismo fin de organizar la incertidumbre colectiva y calmar la angustia de un mundo sin certeza interpretativa.
Valga, si se nos permite, situar nuestro encuadre con palabras de Agnes Heller:
"...las ciencias sociales no están predominantemente interesadas en la resolución de problemas. Crean significado y contribuyen a nuestro autoconocimiento. Consignan problemas, los dilucidan, los sitúan en uno y otro contexto, y en tanto que resuelven problemas, lo que ciertamente hacen, lo resuelven en el seno de este amplio contexto. En las ciencias sociales no existe tal cosa como la resolución final de un problema, ni siquiera cuando se trabaja en el marco de uno y el mismo paradigma. A este respecto, las ciencias sociales son semejantes a la filosofía y no a las ciencias naturales."
Asentadas en este marco, las presentes notas no tienen otro propósito que el de reflexionar (para buscar algún sentido) sobre la articulación de nuestro campo específico: la comunicación, la práctica educativa con relación al mismo y la dimensión política inscripta en dicha relación.
Intentamos sostener que estas instancias de la vida social, comunicación, educación y política, no pueden pensarse ni practicarse como esferas "autónomas"; sino que aún con sus especificidades mantienen una dialéctica fundamental en la constitución del espacio social, ordenado en sus diferencias y desigualdades.
La confluencia en un espacio-tiempo común de diversas posiciones sociales, constituyen las condiciones desde y sobre las que las prácticas configuraran la materialidad de nuestra actividad docente en comunicación. Allí toman forma (tarea formativa) sujetos sociales que participan en un espacio común en el que expresan sus diferencias. Vale decir se forman en comunicación.
Si la materia de la realidad social yace en las relaciones, en el seno de nuestras prácticas se con-forman posiciones de sujeto, o lo que es lo mismo, hay inscriptas en nuestras prácticas lo que genérica, pero concretamente podemos llamar diversas políticas de identidad.
Un nudo (comunicacional)
En el centro de nuestras reflexiones encontramos el núcleo código/práctica, no en un sentido de precisiones "técnicas", sino preferentemente poniendo énfasis en las implicancias que las miradas sobre este núcleo tienen sobre el ordenamiento simbólico y sus consecuencias políticas.
Para ir al punto sin más, subyace en esto dicho un concepto de código que vale la pena explicitar como norma que formatea, define y clasifica todo lo que ordena según su pauta. Código es lo que nos pone en forma; lo que nos forma; lo que nos in-forma; es decir, aquello por medio de lo cual in-corporamos una forma; o lo que es lo mismo, la codificación hace cuerpo en nosotros una forma y formaliza nuestras prácticas, pautando nuestras configuraciones simbólicas. Valdría la pena hacer la salvedad que reconocemos la incidencia de los medios de comunicación en la construcción de estas configuraciones pero sin que esto signifique atribuirle la causalidad de dicha construcción. Sino más bien reconociendo como ámbito constituyente de la sociedad un espacio cultural massmediatizado.
Por otra parte, específicamente, quisiéramos señalar desde el campo comunicacional los peligros de un cierto con-formismo .
Hace ya algún tiempo, los supuestos teóricos del proceso de comunicación han desplazado su acento del polo de la emisión al polo de la recepción; esto es sin duda un importante punto de inflexión, no porque su sola enunciación teórica implique una democratización del proceso comunicacional, sino porque uno de sus efectos de teoría ha sido el hecho de hacer visible la problemática de la codificación. Vale decir que nos ha enfrentado de lleno con el problema del código, permitiéndonos avanzar en una clave interpretativa que, para decirlo con palabras de Stuart Hall, postula la asimetría de las prácticas codificantes en el proceso comunicacional. Esquematizando un poco, esto quiere decir que entre la codificación que se efectúa en el momento de la producción/emisión y la decodificación que se produce en el momento de la recepción existe una distancia o desface que está dada por el "lugar" desde donde se producen estos momentos diferenciados (diferenciales).
Ahora bien, lo que en algunos casos parece olvidarse es que estas dos prácticas (la de codificación y la de decodificación) se articulan bajo una matriz ("codificadora" -como toda matriz-) de relaciones de poder que estipulan un "orden de significados dominantes ".
Es decir, tenemos que partir reconociendo que hay una codificación social que pretende formatear y estipular el orden precisamente de una formación social histórica.
Si no explicitamos esto corremos el riesgo de caer en lo que llamamos un "conformismo resemantizador" celebratorio del estado de las cosas. Con-formamos nuestra mirada, nuestro acto de ver y nos conformamos/consolamos con ella. Volviendo así a hacer in-visible la problemática de la codificación. Corolario : cristalizamos nuestro "lugar" en esta codificación celebratoria. Es decir, como diría Baudrillard, quedamos sometidos a la astucia del código. Si de posicionarse críticamente se trata quedamos incapaces de romper con él y lo que es peor impedidos de percibir aquello que con él rompe. En suma, sumidos en la impotencia.
Este con-formismo produce un borramiento de la materialidad de lo social, vale decir de lo específico de las relaciones de poder que nuestra formación histórico-social está instituyendo. La apología de las diferencias en la recepción, terminan licuando, imaginariamente, las desigualdades que impone "un orden de significados dominantes". Es como si todo conviviera amable y armoniosamente, en una especie de aposición con relación a ese orden. Como si la sumatoria de las diferencias significara igualdad.
A modo de ejemplo, "la globalización", se impone como un discurso/sentido dominante y a nuestro criterio, no es el sentido evidente de que ahora todos formamos parte del mismo mundo lo que regula su dominancia, sino un sub-texto que oculta y hace visible en el mismo movimiento las desigualdades y las asimetrías de códigos y poder; y que dice que este mismo mundo comprende (abarca y entiende) todas las diferencias.
Para una perspectiva como la nuestra que, como dijimos, sostiene que "la materia de la realidad social yace en las relaciones" no basta con interesarse por las diferencias entre los hombres, es necesario ocuparse de las desigualdades sino se quiere tener una visión reductiva del orden social que niegue una política de la codificación y proponga integraciones vacuas.
Dice Néstor García Canclini: "...nos negamos a admitir la despreocupación posmoderna por la totalidad social. Uno puede olvidarse de la totalidad cuando sólo se interesa por las diferencias entre los hombres, no cuando se ocupa también de la desigualdad"
Solo si estamos atentos a que un código implica un orden que a la vez pretende imponer una jerarquía; y que, además, estipula una línea que marca un adentro y un afuera, un correcto y un incorrecto, estaremos en posibilidades de ponerlo en cuestión. De asumir una posición, es decir, de tomar una posición práctica con relación a él.
Una labor (educativa)
Lo dicho hasta aquí implica una visión del espacio social como totalidad constituida y estructurada por las relaciones sociales que en ese espacio se juegan. A su vez, cada campo de ese espacio supone ese mismo juego en su constitución.
Siguiendo a Pierre Bourdieu, afirmamos que un campo se constituye cuando existe un capital en disputa. Afirmar esto, es considerar la espacio/temporalidad constitutiva, la historicidad del campo en cuestión, y por ende la lucha social que se da en ese campo. En el caso de nuestra práctica como docentes en el campo de la comunicación, el capital se trata de un saber-conocimiento puesto en disputa desde distintas posiciones.
Valga advertir que en muchas oportunidades, cuando no tenemos presente lo expuesto con anterioridad, tendemos a hacer/decir a nuestra posición de manera tal que obtura, clausura o cierra la posibilidad de la apropiación de dicho capital.
Por el contrario, sostenemos que debemos posicionarnos frente al saber/conocimiento de tal modo que provoque el deseo de re-apropiación de este capital social, por parte de aquellos sujetos con quienes nos encontramos en situación educativa. Siendo, además, conscientes, en la mayor medida posible, de no dar al deseo del otro la FORMA de nuestro deseo; pero a la vez sin renunciar a la tarea formativa que consiste, según nuestro criterio, en el difícil quehacer de provocar en el otro el deseo de la propia puesta en forma de su deseo y así poder tramitarlo desde su propia posición social.
Es esto lo que podrá propender a una "articulación" de saber/conocimiento generada desde una subjetividad IN-FORMADA por la propia posición social que implica un reconocimiento no solo de las diferencias, sino sobre todo de las desigualdades (es decir, de las relaciones entre las diferencias). Y a la vez, en el trabajo mismo de esta articulación no solo se procuran "maneras de hacer" sino "maneras de hacerse en ese hacer", maneras de constituir esa subjetividad en la práctica.
Así, en este campo "practicado" en la labor educativa en el cual la experiencia de la formación y la formación de la experiencia hacen sentido, como producto del encuentro con el otro, dando forma a la experiencia común, es donde se asienta gran parte de todo régimen político, que es a la vez la cristalización de un código social ampliado.
Un problema (político)
Resumiendo, la codificación es una operación de puesta en orden simbólica o de mantenimiento del orden simbólico. Dice Bourdieu "La codificación hace las cosas simples, claras, comunicables: hace posible un consenso controlado de sentido. Pero (...) una parte de las luchas sociales se debe al hecho de que, precisamente, todo no está homologado y que si hay homologación, ella no pone fin a la discusión, a la negociación hasta a la controversia."
Una vez que una política de codificación a sido impuesta de lo que se trata es de la distribución de la información producida a través de ese código, desconociendo el trabajo político que significa la instauración de un código y naturalizando y banalizando lo comunicacional a la mera transmisión de información.
Norbert Lechner lo plantea claramente:
"Propongo distinguir información y política a través de las concepciones de la realidad social que subyacen a una y otra racionalidad. Se trata de dos modos opuestos de abordar la complejidad de la realidad. La lógica de la información tiende a la reducción de la complejidad. Pretende apropiarse de la realidad social mediante la estandarización, la clasificación y el almacenamiento de datos. En oposición podríamos hablar de la política en tanto producción de complejidad social. No se trata de elaborar decisiones reduciendo las variables del modelo sino incrementando la red de mediaciones. Mientras que el interés de la informática apunta al control de la realidad, el interés de la política persigue el despliegue de esa realidad. Ambos intereses conviven y se entrecruzan en la práctica social."
Desde una noción instrumental de la política, se procede por un tipo de racionalización de lo social y por la cristalización (institucionalización) de esta racionalización que a su vez implica la justificación de estas operaciones como un devenir "natural". Vale decir, técnica e ideología, se articulan en la producción de un modelo que pretende codificar <lo real>. Y como dice Lechner, "En nombre de las <realidades> codificadas es expulsado lo real."
Estas dos dimensiones entraman significaciones en el campo de lo educativo y de lo comunicacional, campos que tienen un peso relativo importante en la con-figuración del espacio social y en el ritmo de su dinámica o lo que es lo mismo en la con-figuración de la temporalidad social, también podríamos decir, en la conformación de memoria como vector del "pasado"; la disposición como vector del "presente" y la expectativa como vector del "futuro". Creando así un horizonte interpretativo en el que se articula el sentido social.
Ahora, si entendemos la política, según la propuesta de Lechner, como la lucha por determinar el sentido de la convivencia social, nuestra toma de posición práctica en torno a (desde y sobre) lo que codifica se desplaza a través de una lógica en la que, de lo que se trata ya es de la puja entre distintos horizontes interpretativos. Esto nos permite comprender, por un lado la diversidad como necesaria condición en la constitución de subjetividades, y a la vez la tensión entre posiciones identitarias como fundamento no esencialista del orden social. Es esta tensión la que introduce permanentemente lo real en dicho orden, cuestionándolo.
Ahora bien, sin puesta en forma no habría política, ni tampoco relacionalidad constituyente de identidades a través de los múltiples procesos identificatorios. Si lo que está en disputa es el sentido de la convivencia, de lo se trata es de abrir este juego tensionante con lo diferente (recordemos: como constitutivo de nuestra identidad) no solo respetando su legitimidad como otro, sino como patrón cultural de igualdad. Vale decir, apuntar al establecimiento de un régimen que no haga de lo diferente desigual, o que pautándolo como indiferente genere las condiciones "naturales" de un orden en extremo desigual. La puesta en juego de lo diferente en la evaluación política tiene que estar fundada sobre este supuesto no sustancialista de la identidad sino relacional constituyente. Es imposible la abolición de la formalización de las relaciones sociales, el problema no es solo crear formas de relaciones que permitan la expresión de la diversidad sino es crear condiciones (políticas) para relaciones que no impidan expresar la diversidad social en la construcción misma de la forma.
Podríamos decir en otros términos que lo propio de lo dominante es construir los indicios de una lectura. En la gramaticalidad que subyace a esos indicios está la operación ideológica. Pero en la puesta en juego que se hace desde pero también sobre esta gramática teje el deseo en la práctica. El ejercicio de la práctica (también en la práctica teórica) articulado desde esta perspectiva (difícil de incentivar y difícil de ejercer porque supone una tensión constituyente) es lo que posibilita posiciones de sujetos intervinientes más que posiciones intervenidas y sujetadas.
Si hemos entendido con Foucault que el poder es ubicuo, que en el ejercicio cotidiano de nuestras relacionalidades esta dimensión (poder) opera a través de prácticas, de codificaciones y sobre todo de la relación entre práctica/código; tanto la práctica docente como la práctica "profesional" se ejercen potencialmente en la construcción de un orden social que es el sentido cristalizado de una convivencia social.
Como docentes en comunicación
"Vivir con contradicciones es un arte que, como todos los demás, implica tanto espontaneidad como astucia intelectual. Cuando se limita a ser un pensamiento impreciso, no lleva a ningún lado. Para resultar fructífero, ha de ser una elección deliberada, una creación imaginativa."
Theodore Zeldin
Para nosotros, el lugar disciplinario, codificante de la comunicación se encuentra en las ciencias sociales y hemos intentado demostrar que su estado práctico tiene mucho que ver con la construcción del sentido de la convivencia social; vale decir que en términos de Lechner no se corresponde con la reducción de la complejidad social sino más bien como una dimensión de su producción.
Esto es de un lado de la cuestión, produciendo complejidad social, del otro lado del mismo asunto intentando "crear significados que contribuyan a nuestro autoconocimiento" que es lo mismo que decir, al autoconocimiento de zonas de la misma complejidad. De un lado del asunto política del otro ciencia; pero para una perspectiva relacional para la cual, dentro de cada lado del asunto están ambas partes bajo diversos tratamientos o tramitaciones, la comunicación es precisamente en lo que articulan los diversos tratamientos.
Dos centralidades para nosotros, docentes en comunicación, adquieren sentido:
Para Agnes Heller las ciencias sociales han tenido un derrotero que ella describe del siguiente modo:
"Lo que inicialmente se consideraba como el <apoderarse> de la necesidad, ha terminado por convertirse en la conciencia de la contingencia (...)Las ciencias sociales nunca pueden proporcionar un conocimiento que sea <cierto>, porque ningún autoconocimiento es cierto, y, sin embargo, proporcionan un tipo de conocimiento si es que intentamos transformar nuestra contingencia en destino"
Si alguna vez nos proporcionaron certezas y garantías teórico políticas, nos dieron palabra verdadera y acción política correcta, favoreciendo la presencia de un núcleo utópico desde donde imaginar la posibilidad de un otro ordenamiento simbólico; hoy como, diría Heller, nos están interpelando más que desde la certeza, desde la libertad; nos están diciendo que este núcleo al igual que nuestra identidad social no viene "ya siempre dicho" sino que se construye, es fruto de un trabajo social, al cual la comunicación y la educación tienen mucho que aportar como espacios donde la materia de la realidad social, es decir, las relaciones y sus prácticas adquieren forma.
Actualmente con un conocimiento verdadero y significativo de nuestra contingencia, la comunicación y la educación adquieren relevancia como espacios donde transformar nuestra contingencia en destino o como dice Michel de Certau, donde se "hace posible para los grupos y para el conjunto del cuerpo social, tomar forma e identidad."
Ahora bien, si queremos (deseamos) comprender y hacer comprender nuestra diferencia no debemos olvidar que la com-posición de una sociedad sigue siendo un asunto político, aunque la política por estas latitudes parece haber perdido o abandonado tamaña tarea integradora. Como expresa Carlos Strasser, a nuestro cuerpo social cultural y político le está haciendo falta mejor conocimiento y autoconocimiento, y que las políticas se le adecuen. Para lo cual es preciso contar con las estrategias de políticas culturales y educativas debidas.
Si no comprendemos esto será el destino de nuestra contingencia vivir, "natural" y desintegradamente, la in-formación que por el designio y diseño del código de ese gran Otro global se transmite; aceptando binariamente lo correcto y lo incorrecto, lo que queda adentro y lo que queda afuera.-
Bibliografía
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