Universidad de Río Cuarto, Argentina

11 al 15 de Octubre de 1999

III ENDICOM - TERCER ENCUENTRO DE DOCENTES E INVESTIGADORES DE LA COMUNICACIÓN DEL MERCOSUR

Mesa de trabajo: Comunicación y nuevos espacios de integración

 

 

COMUNICACIÓN Y BLOQUES ECONOMICOS EN AMERICA:

HACIA UNA AGENDA DE INVESTIGACION COMPARTIDA

 

Dra. Delia Crovi Druetta

Facultad de Ciencias Políticas y Sociales

Universidad Nacional Autónoma de México

 

 

Resumen

 

La ponencia consta de dos parte. En la primera se hace una breve reseña de los principales hallazgos y conclusiones obtenidas en México, como producto de los trabajos desarrollados a partir de 1994 por el Proyecto Monarca, Desarrollo de las industrias audiovisuales de México y Canadá en el contexto del Tratado de Libre Comercio.

 

A partir de estas conclusiones, la segunda parte de la ponencia sugiere las principales líneas de análisis a explorar en futuros estudios acerca de la relación entre comunicación y bloques económicos en nuestro continente. Asimismo, se propone la creación de un programa de trabajo que permita desarrollar investigaciones conjuntas o simultáneas en los dos grandes bloques económicos de la región: Mercosur y Nafta. La propuesta incluye también la participación de investigadores que sobre el mismo tema están trabajando en otros bloques o acuerdos económicos de la región o de Europa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Antecedentes

El empuje que las nuevas tecnologías de comunicación e información, asentadas en el modelo político - económico neoliberal, han ejercido sobre el sector audiovisual de las sociedades de fin de siglo, no sólo trajo consecuencia fundamentales en los medios masivos, sino que redimensionó a la comunicación como proceso relacional. Desde mi perspectiva estos cambios están estrechamente vinculados a los acuerdos comerciales suscritos en diferentes regiones del mundo y más que eso: están sujetos a los procesos globalizadores que se legitiman o canalizan a través de tales acuerdos.

Así lo entendimos un grupo de investigadores de México y Canadá cuando en 1994 iniciamos estudios acerca de las modificaciones que experimentaría el sector audiovisual de ambos países a partir de la firma del NAFTA o TLC. Como producto de este esfuerzo conjunto de investigación, que recibe el nombre de Proyecto Monarca, Desarrollo de las industrias audiovisuales en el TLC1, hemos realizado varios seminarios y editado publicaciones, además de alimentar discusiones e intercambios de ideas.

A seis años de distancia y a pesar de la riqueza que ha ofrecido esta experiencia a quienes hemos participado en ella, percibo que su mérito principal está en la reconstrucción de la historia que hemos realizado, porque a través del Proyecto Monarca fuimos reconstruyendo los vaivenes del sector audiovisual de México y Canadá, producidos generalmente al margen de la letra del acuerdo comercial de América del Norte2. Tal vez nuestra reconstrucción ha sido incompleta o parcial, pero contribuye a escribir la convulsionada historia de la industria audiovisual y de las telecomunicaciones, área que actualmente resulta sustantiva en las economías nacionales por el volumen de las transacciones que involucran y por su influencia social.

 

 

Como investigadores hemos seguido en lo económico, político, legislativo y en los contenidos de la televisión, los principales cambios y acontecimientos derivados del tratado comercial, pero vale la pena mencionar que la dinámica del sector se ha desarrollado a la sombra del NAFTA o TLC, ya que la letra del acuerdo sólo se refiere a los derechos de autor y a las telecomunicaciones, dejando un amplísimo margen de movimiento a las empresas audiovisuales y al sector telecomunicaciones. Dicho en otros términos: el TLC o NAFTA no incluye en su letra normas o directrices claras para el sector audiovisual y de telecomunicaciones, sin embargo, ello no significa que tales modificaciones no se hayan producido y mucho menos que no sean significativas. Esa es la historia que ha recuperado el Proyecto Monarca: la historia no dicha, la que se teje al margen de la letra de los acuerdos comerciales pero que es producto de ellos y posee una enorme importancia para la comunicación.

 

Los cambios

En la primera parte de esta exposición mencionaré, de manera escuela, los escenarios en los cuales se han detectado los cambios más importantes del sector audiovisual mexicano desde la firma del TLC hasta la fecha. Más adelante, en la segunda parte del trabajo, definiré algunos temas del campo específico de la comunicación que a mi juicio deben ser considerados como parte de una futura agenda de investigación, compartida entre NAFTA y MERCOSUR.

Para México el TLC o NAFTA no fue sólo un punto de llegada o una meta cumplida, fue también un punto de partida, el inicio de una serie de cambios que modificarían a la sociedad en general y de manera particular, a nuestro tema de estudio: el sector audiovisual mexicano. En efecto, cuando tras arduas negociaciones por fin se firma el acuerdo, la tendencia fue verlo como un punto de llegada, sin embargo se trató más bien de un hito en el camino hacia una modificación sustancial de este sector y de las telecomunicaciones. Prueba de ello es que seis meses antes de la firma del TLC, en julio de 1993, se había concretado la privatización de las cadenas de televisión abierta o generalizada más importantes del Estado, cambio económico que abriría una nueva etapa en la TV nacional, al inaugurar la competencia por el rating, utilizando para ello una programación diferente, cargada de violencia y sensacionalismo.

Pero no sólo en materia de TV se produjeron modificaciones antes del acuerdo, también la telefonía había experimentado el proceso privatizador en 1990, al vender el Estado Teléfonos de México, TELMEX, al Grupo Carso presidido por Carlos Slim Helú, que ejercería un provechoso monopolio de casi siete años, antes de que el sector comenzara a liberarse. Cabe recordar que este Grupo, en constante expansión, se ha destacado por agresivas inversiones en el ámbito nacional que van desde restaurantes, pastelerías hasta tiendas de ropa o de música, sin olvidar el Grupo Financiero Inbursa, la televisión por cable y el 24% de las acciones de Televisa. Slim Helú, además de ser el hombre más rico de México y estar entre los más acaudalados de América, ha sido también un inversionista muy decidido en el plano internacional, tanto en materia de telefonía y como en servicios de Internet (recientemente pasó a ser socio mayoritario de Prodigy Communication Corporation, el proveedor de este servicio con más crecimiento en América Latina).

En cuanto a la legislación, también se habían experimentado algunos cambios en preparación para los acuerdos comerciales, por ejemplo el 29 de diciembre de 1992 se aprueba una nueva Ley de cinematografía; mientras que en 1993 se modifica el Reglamento de la Televisión por cable.

Pero afirmo que el TLC ha sido sólo un hito en el camino de la globalización, porque posterior a su firma se produjeron también cambios significativos en el sector comunicaciones. Los resultados de las investigaciones desarrolladas en México como parte del Proyecto Monarca, permiten afirmar que existen por lo menos cuatro escenarios muy bien delimitados en cuanto a los cambios experimentados por el sector audiovisual mexicano, producidos tanto antes de la firma del TLC como posteriormente.

Estos escenarios son: el jurídico, que se modifica para desregular al sector y permitir con ello una mayor libertad de movimientos en todos los sentidos; el económico, donde se puede notar una profunda reestructuración del sector en los sistemas de propiedad; el de los contenidos de los medios audiovisuales, que se modifican para alimentar la competencia por las audiencias; y la paulatina apropiación de las nuevas tecnologías de información y comunicación, en especial Internet, la red de redes, que crea nuevas tendencias en las relaciones sociales al interior y exterior de la nación.

No voy a referirme a los tres primeros escenarios, debido a que ya han sido abordados en numerosos trabajos por los integrantes del Proyecto Monarca. Sin embargo, sobre este particular quiero destacar que son escenarios en permanente movimiento, por lo que es necesario que sigamos analizando tanto los aspectos de la economía política del sector, como la legislación y los contenidos de los medios, abriendo nuestra perspectiva de estudio en este último tema a la oferta de Internet, que no sólo multiplica la información sino que cambia el modo con que el usuario se relaciona con ella.

Es el cuarto escenario, apropiación de las nuevas tecnologías de comunicación, el que me interesa analizar en estas reflexiones por dos razones: a) a partir de una apropiación social más generalizada de las redes de comunicación, se van perfilando cambios en otros sectores sociales que determinan un nuevo tipo de relaciones interculturales, b) desde mi perspectiva, es en esos cambios donde encontramos temas que deben formar parte de una futura agenda de investigación tanto para NAFTA como para MERCOSUR.

 

Procesos identitarios y bloques económicos

Frente al embate de la globalización se habla, generalmente, de identidades nacionales amenazadas, en particular por la influencia de los medios. La importancia que cobra la identidad frente a la integración de bloques económicos, hizo que el Proyecto Monarca la considerara como uno de los ejes de análisis que atraviesa los temas que hemos estudiado.

Umberto Eco dice: "...es el otro, es su mirada, lo que nos define y forma. Nosotros (así como no conseguimos vivir sin comer o sin dormir) no conseguimos entender quiénes somos sin la mirada y la respuesta del otro" (Eco: 1997-105). En una sociedad como la actual, definida por algunos como la sociedad de la comunicación, sin duda en esta mirada del otro los medios juegan un papel central por su función socializadora y de articulación de los discursos. El sector audiovisual y las telecomunicaciones han cambiado sus sistemas de propiedad y de comercialización, modificaron las nociones de espacio y tiempo, y contribuyeron a eliminar las fronteras de las naciones lo que da origen a un otro trasnacional, globalizado, que es permite pensar en una amenaza para las identidades nacionales.

Sin embargo, la identidad no es estática, experimenta cambios, mutaciones, transformaciones, en los que la historia, la noción de campo simbólico y el carácter relacional permanecen como rasgos constitutivos. La historia es la que da continuidad en el tiempo y permite que cada sujeto recupere su biografía personal y la memoria colectiva o social. El campo simbólico conforma un espacio predeterminado en el cual cada individuo define su situación y incluso traza fronteras de carácter simbólico, al interior de las cuales establece sus preferencias, las ordena e integra. El carácter relacional, por su parte, refiere a la noción del otro y a los intercambios culturales donde es posible negociar las diferencias, ya sea para cancelarlas (tolerancia) o para profundizarlas (intolerancia).

Gilberto Giménez sostiene que los cambios en la identidad se dan por dos caminos: transformación (gradual y continua) o mutación (alteración cualitativa por asimilación o por diferenciación). Es por ello que advertimos casos en los que la transformación identitaria es paulatina y lleva a los individuos y las naciones a adaptarse a nuevas situaciones; pero también hay otros en los la mutación es radical y puede llevar incluso a perder la identidad original (los grupos se amalgaman, se incorporan a otros, se dividen, proliferan o fusionan). En algunos de estos casos la violencia es el medio para imponer las nuevas condiciones identitarias.

Sin negar que existe la amenaza de una mutación violenta, prefiero pensar atravesamos por un periodo de reconfiguración o transformación de las identidades, restringidas y nacionales, en el cual estamos estableciendo un nuevo tipo de relaciones interculturales que por su importancia, deben formar parte de la agenda de investigación de NAFTA y MERCOSUR.

Un nuevo tipo de relaciones interculturales

¿Por qué hablar de un nuevo tipo de relaciones interculturales? La apropiación de las nuevas tecnologías de comunicación, aunque desigual y aún limitada en América Latina, redimensiona a la comunicación al colocarla como motor de diversas actividades cotidianas, con un protagonismo que trasciende en mucho el contenido del Acuerdo Comercial de América del Norte. En este sentido, el TLC o NAFTA es tan sólo una estructura vacía en cuanto a los medios, pero al mismo tiempo constituye el marco político, económico y legal que posibilita y fomenta esa nueva dimensión social de la comunicación.

El trabajo y la educación son para mí ámbitos sustantivos en esta nueva dimensión de la comunicación, que no sólo están relacionados entre sí, sino que tejen un nuevo tipo de relaciones interculturales. Recordemos que son las tecnologías las que estructuran el universo de la producción de bienes y servicios, así como las relaciones de trabajo. A partir de ello nuestra vida cotidiana se ha reorganizado en todos los niveles, incluyendo a la educación que se ha transformado en un proceso permanente con miras a permitir el ingreso o permanencia en el mercado de trabajo.

1. Trabajar comunicando

En los últimos años el posfordismo ha sido tema de gran interés para diversas disciplinas, sin embargo la comunicación aún no ha contribuido suficientemente a analizar su papel en el tipo de trabajo que se desarrolla en esta etapa. Creo entonces que tanto en NAFTA como en MERCOSUR, debemos analizar el lugar destacado que ocupa la comunicación en los actuales sistemas de producción y su importancia en las relaciones interculturales de los países de América, en especial ahora que se han iniciado diversos procesos de homologación de profesiones, lo cual inaugura un intercambio (probablemente poco equitativo, aunque real) de fuerza de trabajo entre los países.

Recordemos que mientras el fordismo se basaba en la segmentación, en la separación y en la secuencialidad; el post-fordismo se basa en la conexión, en la integración y la simultaneidad en tiempo real, modificaciones que coinciden con atributos que poseen las nuevas tecnologías de información y en los que por lo tanto, la comunicación tiene aún mucho por decir. Algunos autores caracterizan al postfordismo como la etapa de la cooperación comunicativa, ya que al desaparecer el trabajo en línea, segmentado, se da lugar a una nueva forma de cooperación basada en la expresión, la comunicación lingüística, que reemplaza a otras formas de colaboración que existían en la producción industrial. Así, la entrada de la comunicación, y por lo tanto del lenguaje, en la producción es una característica del presente.

No obstante, como dice Christian Marazzi, el lenguaje representa mucho más que una cadena de montaje hablante, se apoya en un sistema tecnológico que determina el nuevo habitat comunitario-comunicativo. No se trata de una cuestión de costo, que por otra parte resulta muy difícil determinar, ni de saber la cantidad de producción por hora de trabajo, sino de una estrategia diferente de difusión/acumulación del saber. Así, la creación de la riqueza se da en cuanto miembro de una colectividad y es producto de un conjunto de factores que caracterizan al espacio social de la región o lugar en donde se desarrolla el trabajo. Entre estos factores que caracterizan a los espacios sociales, sin duda destacan los medios de comunicación tradicionales, pero sobre todo Internet o la llamada autopista de la información.

Marazzi advierte, sin embargo, que el lenguaje no debe considerarse como capital constante, o sea, colocarlo en el lugar de las máquinas y tecnologías por el hecho de que contribuye a extraer el saber social. Según él, debemos considerarlo en el lugar de la ideología, debido a que inaugura una nueva forma de vida y por lo tanto, desarrolla una nueva visión del mundo.

Profundizar en una mejor definición de lo que entenderemos como cooperación comunicativa en el trabajo, así como determinar el valor que la comunicación posee dentro de los actuales sistemas productivos, es desde mi perspectiva, uno de los temas que debemos estudiar en las relaciones interculturales que los acuerdos comerciales promueven. Y no sólo eso: la comunicación constituye además, un eje fundamental en la determinación de las inversiones de capital. En efecto, el capital fijo cada vez pierde más importancia en el valor económico de una empresa, porque hoy en día las inversiones no se realizan tomando en cuenta sólo los bienes materiales que la conforman, sino su estructura de marketing, la fuerza de venta, la capacidad organizativa de sus directivos y la creatividad del personal. Se trata de una especie de activo intangible, simbólico, para el cual aún no existe un instrumento de medición confiable.

"Dado que un título accionario es un símbolo de propiedad (de una parte de la utilidad de la empresa), y dado que el capital que la acción representa es a su vez una suerte de símbolo de ‘capacidad de producción’ de riqueza, se asiste a una proliferación de símbolos que se refieren unos a otros como espejo, alejándose al infinito. Como sostiene Alvin Toffler, el capital se está convirtiendo en ‘supersimbólico’."(Marazzi: 1996:84).

La política ha analizado profusamente estos temas, llegando incluso a incorporar las reglas del marketing, pero hasta ahora las empresas han estudiado poco la influencia de la comunicación en la integración de su capital y sus sistemas de producción3. Tampoco han logrado cuantificar ni el capital simbólico o ni el intelectual aportado por sus trabajadores. Debido a que pertenece a esa nueva dimensión que posee la comunicación en los actuales sistemas productivos, considero que constituye un área para la reflexión y el análisis.

Todo parece indicar que la comunicación podrá ayudar a construir mapas de un saber que es difuso, de tal manera que sea posible para la empresa encontrar el lugar en el cual nace ese saber, ya sea dentro o fuera de ella misma. De algún modo, se trata de desentrañar el nacimiento, la construcción del saber: el cómo y dónde se produce4. Es en este punto donde se encuentran dos temas del escenario que estamos analizando: el trabajo y la educación.

 

2. Aprendizaje colaborativo

La comunicación y la educación han estado ligadas desde muy temprano. Estudios teóricos y empíricos muestran la profunda relación existente, desde hace años, entre estas dos disciplinas tanto en las instituciones educativas (en sus aulas, bibliotecas, comunidad académica o con la sociedad) como de manera muy especial, en los sistemas de educación a distancia. Sin embargo, la necesidad de alcanzar una comunicación horizontal, basada en el diálogo, que diera a maestros y alumnos la posibilidad de crear juntos el conocimiento, parecía una espejismo difícil de atrapar. Junto a cada generación de medios surgía el optimismo de desplazar, por fin, esquemas autoritarios en la enseñanza, pero sólo en algunos casos esta meta se hizo realidad.

Con el nacimiento y sobre todo la apropiación social de las nuevas tecnologías de comunicación, surge por primera vez la posibilidad efectiva de cumplir con las utopías de la horizontalidad educativa, aún cuando existe la mediación de una máquina. En efecto, por primera vez la tecnología abre la posibilidad de desarrollar un diálogo horizontal entre maestro y alumno, en el cual las respuestas no sólo son factibles sino que forman parte del sistema de aprendizaje.

Interactividad, comunicación y colaboración; globalización que rompe las barreras de espacio y de tiempo; enseñanza basada en procesos y apoyada en recursos multimedia; comunicación multinivel; acceso a través de redes a fuentes diversificadas de información, son algunas de las ventajas que se atribuyen a los nuevos medios en esta nueva etapa de la educación a distancia. El cambio es significativo: se pasa de los medios masivos y los paquetes instruccionales, a una educación personalizada. Antes los medios masificaban la experiencia, ahora la personalizan.

El aprendizaje se define como colaborativo, o sea, un aprendizaje en el que todos participan para construir el conocimiento. La guía y orientación del maestro es muy valiosa, pero también lo es la sinergia del grupo, su fuerza colaborativa. Así los maestros trabajan a partir de un nuevo paradigma de la comunicación educativa, que incluye un destinatario diferente: el ciudadano de fin de siglo que necesita educarse para nuevas formas de producción y también, para otras prácticas sociales. Se trata de una enseñanza que no sólo dura toda la vida porque capacita y actualiza para el trabajo, sino que está dentro de los términos definidos por la calidad y el justo a tiempo: se ofrecen los contenidos que se necesitan, en el momento apropiado y a los usuarios adecuados5.

La gestión del conocimiento y de la producción comparten la misma premisa: la comunicación ocupa un papel destacado en ambos proceso, porque parten de un ciudadano multimensional cuyas tareas cotidianas están vinculadas tanto a su grupo de trabajo, a su institución, su región o su país, como a la comunidad internacional. Hoy en día las nuevas tecnologías de información y comunicación acercan a ese ciudadano los conocimientos que le permiten solucionar problemas locales. Ese conocimiento además de accesible, es inacabado porque constantemente se renueva, lo que alimenta un circuito de actualización permanente del cual los ciudadanos de fin de siglo no pueden salirse si quieren permanecer en el escaso mercado de trabajo disponible.

Reflexiones finales

Trabajar comunicando o comunicación cooperativa, así como aprendizaje colaborativo constituyen un nuevo tipo de relaciones interculturales que deben formar parte de nuestras futuras agendas de investigación. Su origen está en las estructurales legales, económicas, políticas de los bloques económicos que hemos analizado en una primera etapa de nuestros estudios.

En efecto, como decía al principio, el proyecto Monarca ha dio registrando las modificaciones operadas por México y Canadá en los ámbitos jurídico, político, económico y tecnológico, así como parcialmente en los contenidos. Nuestros trabajos, además, han estado atravesados por el análisis de la identidad, tema amplio y ambiguo que se hizo aún más complejo a partir de la globalización. Sin dejar de actualizar esta información, cuyo dinamismo requiere de los mejores esfuerzos para seguir construyendo la historia del sector audiovisual de América, considero que debemos ampliar nuestra agenda de investigación hacia las relaciones interculturales que se establecen al margen de la letra de los acuerdos comerciales. Esta ampliación debe llegar incluso más allá de los temas propuestos en estas reflexiones: trabajo y educación, ya que sin duda existen otros ámbitos en los cuales la comunicación también interviene activamente (el tiempo libre, por ejemplo).

NAFTA y MERCOSUR son acuerdos comerciales. Cada vez que los medios de comunicación hacen referencia a su desarrollo o que se realizan reuniones para evaluarlos, ratificamos que estamos ante una nueva forma de comercializar, vender, asociarse, importar o exportar. Sin embargo, esos balances tienden a ignorar el nuevo tipo de relaciones interculturales que establecen instituciones, organizaciones e individuos de los países que integran los nuevos bloques económicos.

Considero, por lo tanto, que estos temas deben formar parte nuestras agendas de investigación, a fin de que su análisis nos permita definir mejor las relaciones de nuevo tipo que se están estableciendo como producto de los acuerdos económicos regionales. Para ello propongo la creación de un Programa de trabajo sobre Comunicación y Bloques Económicos, en el que participen investigadores de la comunicación que pertenecen a diferentes bloques económicos. Este trabajo permitiría, a partir de una agenda común de investigación, realizar estudios comparativos, simultáneos o conjuntos según las posibilidades. Por otra parte, este Programa permitirá establecer una comunidad académica (virtual y presencial) que no sólo fortalezca nuestras relaciones e intercambios de conocimientos, sino que nos conduzca a convertirnos en interlocutores y asesores de las decisiones que en nuestros respectivos países se tomen acerca de las comunicaciones dentro de los bloques económicos.

Dra. Delia Crovi Druetta

 

BIBLIOGRAFIA

 

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