ENCUENTRO DE DOCENTES E INVESTIGADORES DE LA COMUNICACIÓN DEL MERCOSUR UNIVERSIDAD NACIONAL DE RIO CUARTO
OCTUBRE 1999
MESA DE TRABAJO: PROBLEMAS METODOLOGICOS EN LA INVESTIGACION EN COMUNICACIÓN.PONENCIA
INVESTIGACION CUALITATIVA EN COMUNICACIÓN.ALGUNOS PROBLEMAS Y SITUACIONES.
María Rosa Di Santo y Roberto von Sprecher. Universidad Nacional de La Rioja.
Desde 1996 estamos investigando la "Recepción y consumos de medios masivos de comunicación y de nuevas tecnologías de la información y la comunicación en la ciudad de La Rioja". Desde un principio, indagamos sobre ese objeto a través de técnicas cualitativas, siguiendo sobre todo los pasos que en este sentido han dado David Morley, Roger Silverstone y James Lull, en el marco de los Estudios Culturales británicos los dos primeros.
En una primera etapa nuestro trabajo de campo incluyó:
a.- Seis entrevistas en profundidad a 3 hombres y 3 mujeres nacidos en la ciudad de La Rioja con entre 60 y 80 años de edad, que se destacaran por su buena memoria y su buena predisposición hacia el tema que nos interesa.
b.- Diez entrevistas en profundidad a familias, en el hogar, según una muestra razonada que contemplaba diversas variables, alguno de cuyos padres hubiera nacido en la ciudad
de La Rioja y tuviera entre 35 y 50 años.
La segunda etapa, actualmente en la instancia de trabajo de campo, comprende:
a.- Ocho entrevistas en profundidad a jóvenes de entre 10 y 20 años, nacidos en La Rioja, cuatro mujeres y cuatro varones;
b.- Dos paneles de jóvenes, como técnica de aplicación posterior a las entrevistas, de características similares;
c.- Observación de dos grupos de niños (de entre 7 y 11 años) mientras miran televisión, con entrevistas a posteriori.
d.- Dos historias de vida en el ámbito familiar, una de altos consumos mediáticos y otra de consumos medios, sobre un guión o temario que privilegia la observación del consumo de medios en un período de alrededor de cuatro meses. Problemas relativos al contexto están complicando la aplicación de esta técnica, de persistir y en función de los plazos del programa la técnica variaría hacia nuevas entrevistas con observación a grupos familiares.
Pero, vamos a centrarnos ahora en la experiencia concreta que hemos vivido durante la primera etapa, que ha originado determinadas situaciones e interrogantes que quisiéramos compartir. Como resultado de la aplicación de las técnicas de entrevista en profundidad y observación simultánea, recogimos alrededor de setecientas páginas, a un espacio y tamaño A4, de material escrito producto de su transcripción textual. Otro tanto fue el volumen alcanzado tras la aplicación sobre las transcripciones de un software para análisis de entrevistas, buscando palabras claves contextualizadas en segmentos más o menos breves de los textos y porcentajes de apariciones de esas palabras.
¿Qué pasó con todo ese material? Al construir el informe de la primera etapa completamos una suerte de libro de unas seiscientas páginas, entre la presentación, fundamentación, marcos contextual y teórico, análisis de los datos recogidos y conclusiones provisionales, teniendo in mente al escribir que los evaluadores no necesariamente pertenecen al área de comunicación y que, de pertenecer a la misma, no necesariamente dominan las perspectivas adoptadas en nuestro estudio. Aquí surgen dos problemas. El primero: necesitamos evaluadores de comunicación, al menos para los proyectos de investigación que se incluyen en el Programa de Incentivos para Docentes-Investigadores, y con parte de su dedicación dispuesta para este tipo de tareas. El segundo: hasta tanto tengamos esos evaluadores, con una dedicación suficiente (aunque esta es una hipótesis para nada plausible) ¿Qué función cumple el informe? ¿Cuántos evaluadores contaron con tiempo para leer semejante texto?. Como todos aquí sabemos, al informe lo acompaña un formulario con un espacio en el que es casi imposible sintetizar lo esencial del trabajo y es posible que en algunos casos los evaluadores consideren esa síntesis y no el informe. Bueno, supongamos -nada más supongamos- que está bien, porque esa es la función de la síntesis. ¿Cuál es entonces la función del informe? Y se agregan otras preguntas: ¿Cómo manejar, en la instancia de análisis, la cantidad de información recogida? ¿Cómo presentar en forma adecuada informes que seleccionan fragmentos de cientos y cientos de transcripciones?
Seguramente más de uno de Uds. estará pensando ahora algo así: ¿por qué, entonces, hicieron un informe tan largo? Y lejos de creer que lo que importa es la cantidad, el porte o el volumen, como luego verán, la respuesta es esta: no pudimos hacerlo más breve, y si hubiéramos contado con más tiempo (limitado por los plazos institucionales) hubiéramos realizado un análisis más exhaustivo y por lo tanto un informe más extenso. El marco teórico no puede reducirse, para que resulte de utilidad real, a una serie de citas bibliográficas. El marco contextual es la base y a la vez el talón de Aquiles de toda la investigación cualitativa. Y el análisis y la primera interpretación de los datos lleva tanto tiempo como espacio. No podíamos, porque entendíamos que era absolutamente poco práctico, incluir como anexos las setecientas páginas de transcripciones y resultado de las observaciones. Ni hablar de los listados resultado de la aplicación del software de análisis de entrevistas. Fuimos entonces haciendo el análisis e intercalando trozos de la información de base, a veces a manera de ejemplos, siempre como fundamento de lo que decíamos y a medida que lo decíamos. Sabíamos que era una alternativa posible entre pocas más. Pero los resultados de las evaluaciones nos resultaron llamativos. Fueron favorables, pero igualmente llamativos.
En un caso, un evaluador creyó oportuno hacer un llamado de atención alertando sobre la "excesiva interpretación" que existía en el informe. La primera respuesta nuestra fue ¿Por qué excesiva? ¿Cuándo una interpretación comienza a ser excesiva? ¿Cuál es el límite para la "interpretación correcta"? Es cierto, que según las respuestas a una consulta sobre el tema con la Prof. Cecilia Hidalgo, que podríamos haber incluido la totalidad de las transcripciones e informes para no despertar dudas respecto de la honestidad con la que fueron seleccionados los ejemplos y fundamentos. Pero ya vimos que era poco práctico, y caro. ¿Y, además, cómo garantizar honestidad? ¿Algún evaluador, con el exceso de trabajo que tienen y lo que cobran por ello, está en condiciones de leer 2.100 páginas en total de uno, sólo un, proyecto? Conocemos casos en que han debido evaluar tres o más proyectos en una semana y sin dejar de realizar sus tareas habituales. Así es que el tercer problema que planteamos es debate es precisamente ese: ¿Suponiendo que trabajemos con honestidad cómo garantizar apariencia de honestidad a nuestro trabajo? ¿Cómo evaluar una supuesta validez de nuestras interpretaciones? ¿Y finalmente cuál es el límite para interpretar la información recogida a la luz del marco teórico y en función del objeto de estudio?
¿No es acaso que la interpretación del investigador empieza con el análisis mismo, es decir, cuando hipotetizamos, conjeturamos, apreciamos o concluimos algo más de lo que estrictamente dicen los datos? ¿Se puede trabajar científicamente en el área social sin avanzar por sobre los datos, obviamente sin perder de vista el marco teórico y el buen sentido? Claro, que ante estas situaciones, se corre el peligro de terminar realizando un informe simplemente verosímil, en función de los posibles evaluadores más que en función de los objetivos propios de la investigación, y esto es justamente en lo que no quisiéramos caer.
Ruth Sautu afirma que
"la evaluación final del análisis consiste en revisar su lógica e intentar enunciar conclusiones que se acerquen a una proposición teórica, es decir, asumir un alto nivel de generalidad que consiste en establecer la clase de fenómenos o procesos que se hallan involucrados y cómo se relacionan entre sí" (Wainerman y Sautu, 1997: 65).
Además, trabajar sobre la base de entrevistas, a la construcción guiada de testimonios de vida, es ya trabajar con textos que a su vez son el resultado de interpretaciones. Dice Hayden White que
"...la narrativa no es meramente una forma discursiva neutra que pueda o no utilizarse para representar los acontecimientos reales en su calidad de procesos de desarrollo; es más bien una forma discursiva que supone determinadas opciones ontológicas y epistemológicas con implicaciones ideológicas e incluso específicamente políticas" (1992; p. 11).
Ese texto, ese testimonio, es por sí mismo la interpretación del entrevistado sobre lo que vivió y cómo lo vivió, implica un particular criterio de selección de los datos y una determinada lógica inherente a la construcción del relato. Es decir, la fuente primaria sobre la cual trabajamos los investigadores cualitativos es ya una interpretación. La nuestra es la segunda. La de los evaluadores es la tercera. Si actuamos con honestidad y dentro del marco teórico previamente delimitado ¿cuándo podríamos decir que la interpretación es excesiva?
El cuarto problema se originó en la única observación de un evaluador. Esta persona informó: "Satisfactorio. El uso de técnicas cualitativas resta representatividad a las conclusiones". El cuarto problema es el de la representatividad, nada menos. En realidad, para nosotros el cuarto problema surge cuando se pretende aplicar criterios propios de las perspectivas cuantitativas a las cualitativas. Y este es realmente todo un problema.
Desde un principio, como ya señalamos, nosotros optamos por las técnicas cualitativas para llevar a cabo nuestra investigación porque, en primer término "el uso de métodos múltiples o triangulaciones refleja un intento seguro de entender profundamente el fenómeno en cuestión, aunque puede no lograr capturar la realidad objetiva" (Denzin y Lincoln; 1994; p.2) y aún cuando sabemos que la triangulación no es de por sí una herramienta o estrategia de validación, pero sí una alternativa de validación" (Ib.) Y en segundo término porque en la práctica del trabajo de campo comprobamos que es más probable que ese tipo de técnicas, perspectivas y datos en tiempos prolongados nos permitan, en el contexto cotidiano de los entrevistados, recoger información que supere la barrera cultural del deber ser, de las buenas costumbres y del sentido común, en el sentido de Gramsci, para comenzar a entrever el ser y el hacer.
Ya se ha argumentado que
"la ventana hacia el interior de la vida de las personas no es tan clara. Cualquier contemplación está siempre filtrada por las lentes del lenguaje, el género, la clase social, la raza y la cultura. No son observaciones objetivas, solamente observaciones socialmente situadas en los mundos del observador y el observado. Sujetos o individuos rara vez expresan completamente sus acciones o intenciones, todos ellos ofrecen relatos impregnados de su propia subjetividad. Un simple método no puede apoderarse de las sutiles variaciones de la experiencia humana. En consecuencia, ellos dicen que los investigadores cualitativos deben desplegar un amplio menú de métodos interpretativos interconectados, a fin de hacer más comprensible los mundos de la experiencia que están en estudio" (Denzin y Lincoln; 1994; p. 12).
Aplicar la lógica de la representatividad estadística como dogma, como parámetro y criterio excluyente de la investigación científica cuando la investigación es cualitativa supone un procedimiento extemporáneo y equivocado, porque confunde los paradigmas. Es lo mismo que ocurre con los intentos de aplicar cierto software informático para el análisis de datos cualitativos, cuando no es más que el análisis de contenido a través de la computadora. Sin embargo, incluir en los informes de evaluación la utilización de dichos software parece ser un pasaporte a la aprobación, aunque esta técnica nada le agregue al análisis y a la interpretación de un trabajo que pretende un nivel más profundo de comprensión.
Las perspectivas y técnicas cualitativas funcionan sobre la "variedad" de los pocos casos que se estudian, apuntando fundamentalmente a la comprensión de significados y sentidos. Esa variedad tiende a reproducir en una muestra pequeña de casos la complejidad del universo, por lo tanto los casos elegidos deben ser 'excepcionales' en términos de Armory o 'ejemplarizantes' en palabras de Achugar (1992; p.58), es decir, de atreverse a dar testimonio de lo vivido y no por lo raros sino por "lo típico e incluso banal" (ver V. Armory; 1997; p.10). Tales casos pueden, sí, ser acompañados por otros que resultan excepcionales justamente por lo contrario, por lo "inusuales", y que tienen como rol el de actuar como casos testigo.
Ahora bien, esa variedad no es posible de establecer si antes del trabajo de campo y la determinación de las unidades de una muestra construida razonadamente, no se cuenta con un conocimiento previo muy vasto y completo del marco contextual. Cuando el marco contextual asume un papel protagónico en el proyecto, se basa en fuentes estadísticas (Censos), libros de historia, historias personales, informantes clave e incluso aquellos textos de ficción propios de la cultura a investigar, los casos seleccionados para la muestra serán entonces representativos, dado que partirán de la consideración de las características del universo estudiado que sean presuntamente relevantes en función del objeto de estudio y cuya significación será señalada cuando se comience a reiterar información al agregar más casos. Cada caso da origen a un testimonio con observación. Y cada testimonio funciona como una especie de "metonimia textual" (J. Beverley; 1992; p.9) que equipara, para el sujeto que narra, la historia individual a la historia colectiva. No se trata, como pueden observar, de representatividad estadística. Pero es claro que en la opción inicial nosotros, al menos en esa etapa, renunciamos a tal tipo representatividad -y no renunciamos a un tipo de representatividad no estadística- y que en otra posterior podríamos optar por ella.
Cuando tomamos las decisiones iniciales, nuestra certeza metodológica era que existen "dos grandes paradigmas epistemológicos, teóricos y metodológicos: el cualitativo y el cuantitativo" y que no existe "una clase de metodología o técnica mejor que otra" (Sautu; 1997; p. 184) sino métodos "más o menos apropiados al tema o problema que se desea investigar", según Bechhofer (cit. Por Sautu; p. 188). Dado que nuestro proyecto podía incluirse en la pretensión general de "investigar la construcción social de significados, las perspectivas de los actores sociales, los condicionantes de la vida cotidiana o brindar una descripción detallada de la realidad", al menos en sus dos primeras fases, consideramos más apropiada la metodología cualitativa. Pero la evaluación de sus resultados o la consideración acerca de la representatividad no puede ser juzgada, y deberíamos alcanzar un consenso al respecto, según otro paradigma. Y esa opción no implica un disvalor metodológico, cuestión sobre la que también tendríamos que discutir para construir consenso. Parafraseando a Sautu, tendríamos que acordar si realmente hay investigación científica en comunicación social, cualquiera sea la técnica, perspectiva o metodología empleada, cuando un trabajo presenta evidencia empírica construida a partir de un marco teórico, persiguiendo objetivos cuyos contenidos son temporalmente relevantes para el momento histórico en que fueron planteados, acotados y alcanzables, forman parte de un proceso acumulativo, están sujetos a discusión y sus inexactitudes puede ser refutadas.
Sabemos que estos problemas son de rango diverso. Algunos muy prácticos, como lo relativo a la redacción adecuada del informe; otros abstractos y polémicos, como la cuestión de criterios de representatividad en investigaciones cualitativas, sin embargo, hemos querido plantearlos en este encuentro porque nos resulta necesario discutirlos en el área de la comunicación y con investigadores que son nuestros pares, lo cual no es habitual ni frecuente sobre todo en algunas latitudes.
María Rosa Di Santo y Roberto von Sprecher
Citas y bibliografía
1.- C. Wainerman y R. Sautu (1997) La Trastienda de la investigación. Edit. De Belgrano; Bs.As.
2.- H. White (1992) El contenido de la Forma. Paidós; Bs. As.
3.- N. Denzin e Y. Lincoln (1994) " Introduction: Entering the field of qualitative research. Handbook of qualitative research. S/d/e.
4.- V. Armory (1997) "El análisis de datos cualitativos en ciencias sociales: nuevos enfoques y herramientas". Revista de Investigaciones Folklóricas; vol. 12 9-16; UBA. Bs. As.
5.- H. Achugar (1992) "Historias paralelas/historias ejemplares: la historia y la voz del otro"; en Revista de Crítica Literaria Latinoamericana; Año XVIII; Lima, Perú; 2° semestre 1992. N° 36. Publicación auspiciada por University of Pittsburg.
6.- J. Beverley (1992) Introducción a la Revista de Crítica Literaria Latinoamericana; op. cit.