Sobre ratas, hombres y naturaleza
Desde hace unos meses se discute en parte de la provincia de Santa Fe problemas relacionados con la abundancia de ratas. En este contexto, es necesario que la población cuente con información precisa y conozca otros aspectos que rodean a estas problemáticas que se desencadenan en la naturaleza. Como biólogo que estudia la fauna silvestre, en una institución de investigación de la región, el Instituto Nacional de Limnología, dependiente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, considero pertinente brindar información y opiniones sobre este tema.
¿Qué tipo de rata está provocando estos problemas y cuales son sus características?
La especie que venimos observando cada vez con más frecuencia, aproximadamente a partir
de julio de 1999, se llama rata nutria, rata colorada o anguyá pytá (guaraní), y su
nombre científico es Holochilus brasiliensis (lo que no significa que venga de
Brasil, sino que fue descripta por los científicos, por primera vez, con ejemplares de
Brasil). Su nombre común deriva de sus hábitos semiacuáticos y su color rojizo o
acanelado. Como adaptación para la natación tiene las patas traseras grandes con una
membrana que une los dedos, asemejándose a las "patas de rana" que utilizamos
para avanzar más rápidamente en el agua. Esto le permite nadar perfectamente,
zambullirse y recorrer bajo el agua hasta 30 o 40 metros. Es una rata de tamaño mediano a
grande pudiendo alcanzar un máximo aproximado de 450 gramos de peso, unos 25 cm. de largo
con una cola larga de 22 cm, aunque su tamaño promedio es menor. Su pelo es denso y
brillante de coloración pardo rojiza o acanelada, con pelos negros en la parte dorsal, y
más pálida y con tonos anaranjados o acanelados en los laterales. Su vientre es blanco.
Se encuentra en gran parte de Argentina desde Buenos Aires incluyendo todo el centro y
norte del país, además se encuentra en Paraguay, Uruguay y el sur y este de Brasil. No
sólo habita en islas del río Paraná, sino que vive en diversos ambientes acuáticos
como lagunas, esteros y bañados, arroyos y ríos, incluso en la costa o alejados del
Paraná (como todas las lagunas y arroyos del interior de Santa Fe). Construye un nido
oval de unos 40 cm de diámetro con juncos, gramíneas, palitos, que generalmente están
elevados a 30 o 40 cm del agua o suelo, y está enredado entre la vegetación de juncales,
totorales, pajonales y a veces arbustos. Este tipo de nido asegura que sus crías no se
mueran si ocurren inundaciones. Más raro es que cave cuevas en barrancas o terraplenes
que tienen hasta tres salidas. Se alimenta de partes tiernas de plantas principalmente
acuáticas o terrestres cercanas al agua, y también puede consumir plantas domésticas,
produciendo inconvenientes en las plantaciones de caña de azúcar del noroeste argentino.
Pueden tener entre tres y cinco crías, por vez, reproduciéndose unas tres veces al año.
Estas ratas pasan la mayor parte de su vida en los ambientes acuáticos, con numerosas
adaptaciones para ese modo de vida, y, generalmente, no entran en conflicto con el hombre.
No obstante, puede haber condiciones ambientales o modificaciones antrópicas determinadas
que provocan un aumento desmedido de sus poblaciones produciéndose inconvenientes como
los que se están observando.
¿Cuáles son las posibles causas por las cuales aumentaron sus poblaciones?
La literatura indica que las lluvias parecen influenciar la reproducción de estas ratas.
En el último año hemos observado que las lluvias no han ocurrido de manera típica. En
principio, existió un invierno seco con escasas precipitaciones y una importante bajante
de los ríos, incluyendo el Paraná, en un fenómeno denominado "la Niña". En
estos últimos meses las lluvias han sido muy intensas, superando ampliamente los
promedios históricos. Esto podría haber generado las condiciones para que las Ratas
nutrias tengan una importante oferta de alimento y sitios de reproducción, y como
consecuencia aumenten sus poblaciones. Por el mes de agosto, comenzamos a observar gran
cantidad en la laguna Setúbal, en toda la costanera, y a través de la ruta 1. Hay que
recalcar que estas ratas siempre habitaron en estos sitios, y que no han llegado desde las
islas, aunque en la actualidad puedan estar cruzando los brazos del Paraná para
dispersarse por falta de espacio, refugio o alimento en las islas.
Los cambios climáticos actuales han sido relacionados con problemas globales, y existe en
la actualidad un debate mundial sobre si estamos presenciando modificaciones del clima
producidos por las actividades humanas (emisiones de gases invernadero, agujero de ozono,
deforestación, etc.), o si son modificaciones cíclicas que pueden ocurrir en el clima.
El hombre ha logrado una enorme capacidad para modificar a la naturaleza en grandes
extensiones, lo que podría originar consecuencias no siempre beneficiosas o deseables,
como, posiblemente, las que estamos analizando. Otros efectos, aún más temibles, son
posibles si el aumento de la temperatura mundial por las actividades humanas fuera un
hecho, lo que podría generar cuantiosas pérdidas económicas y problemas sociales.
Hay que recalcar que muchos de los depredadores que poseen estas ratas en sus ambientes
naturales son también afectados y perseguidos por el hombre, y algunos de ellos pueden
haber disminuido, y en consecuencia las poblaciones de ratas aumentar aún más. Entre sus
predadores, uno de los más formidables son las lechuzas y búhos, con 7 especies en la
región. Algunos de ellos como la lechuza de los campanarios o suindá (Tyto alba),
se alimentan principalmente de roedores (en menor proporción aves, insectos, reptiles y
anfibios). Un ejemplar estudiado desde 1998 que vivía en una iglesia abandonada cerca de
Santa Rosa de Calchines, comió un mínimo de 898 roedores en 14 meses, de los cuales 207
fueron ratas nutrias. Los búhos y las lechuzas tragan a sus presas enteras, o en trozos
grandes. Su acidez estomacal es baja por lo que digieren solo los tejidos blandos. Las
partes duras (huesos, pelos, dientes, etc.) son regurgitadas diariamente en bolos,
denominados egagrópilas o "pellets", en su dormidero, y en pequeños bolos en
sus sitios de cacería (estos últimos difícilmente son emcontrados). Por ello, el
suindá comió aún más animales que los que registramos en los bolos principales.
Recolectando este material se puede estudiar la dieta de las lechuzas y conocer que
especies de roedores viven en el área. Lamentablemente, a principios del año 2000, la
lechuza desapareció. Tal vez fue muerta, porque ensuciaba con los bolos el suelo de la
iglesia, ya deshabitada. Muchas lechuzas y búhos son perseguidos por superstición, por
cazadores sin escrúpulos y atropellados por autos, eliminándose eficaces aliados contra
las ratas. Muchas aves rapaces como águilas, aguiluchos, halcones, caranchos y chimangos
sufren la misma suerte.
La lechuza de los campanarios o suindá (y otras lechuzas y búhos) tienen notables
adaptaciones para la caza nocturna como un vuelo silencioso, una visión muy aguda con
grandes ojos en posición frontal, y los oídos externos muy desarrollados, en posición
asimétrica para detectar la dirección de los sonidos. Además, tiene un disco facial
blanco formado por una densa capa de plumas que forman dos concavidades que actúan como
una pantalla parabólica amplificando los sonidos (incluyendo los de alta frecuencia).
Pueden consumir hasta 150 kg de roedores al año, y un solo individuo hasta 10 roedores en
un día dependiendo de su tamaño y éxito de captura. Entre otros predadores de roedores
se encuentran unas 12 especies de serpientes de las 48 que viven en la provincia de Santa
Fe. Varios de estos animales como la Ñacaniná y la Curiyú, inofensivas para el hombre,
son frecuentes predadores de las ratas nutrias por compartir sus hábitats. Las temidas
yararás, son también especialistas en comer roedores, y si bien representan un riesgo
para el hombre, posiblemente causan más problemas sanitarios las enfermedades
transmitidas por roedores (algunas mortales) que las mordeduras de serpientes venenosas,
de fácil prevención y tratables mediante suero antiofídico. No obstante, la mayoría de
los ofidios que comen roedores son inofensivas para el hombre, sin embargo, son objeto de
una aniquilación antrópica constante. También debemos mencionar a los zorros (dos
especies), al aguará guazú, al aguará popé u osito lavador, los gatos de monte (tres
especies), el hurón, las comadrejas, el lagarto overo o iguana, la tortuga de laguna y
los yacarés como predadores de roedores. Algunas de estas especies han disminuido por la
cacería y persecución por diversas causas, destrucción de los hábitats naturales y
atropellamientos en las rutas y caminos. Desde 1998 hasta el presente hemos realizado
censos de animales atropellados en las rutas Prov. 1 y Nac. 11, donde murieron 341
serpientes (principalmente culebras), 61 tortugas de laguna, 11 lagartos overos, 252 aves
(24 son lechuzitas de las vizcacheras y 1 lechuzón orejudo), 185 mamíferos (incluyendo
un aguará guazú, que tenía en su estómago una rata nutria, 2 aguará pope, 4 zorros,
88 comadrejas overas y 7 comadreja colorada). En otras rutas de Santa Fe hemos encontrado
varios hurones, un gato moro o yaguarundí, lechuzas de campanario y cientos de otros
animales atropellados. Los dorados y surubíes parecen estar colaborando en la predación
de ratas nutrías que nadan entre las islas, aunque esta situación no sea frecuente.
Cabe destacar que los envenenamientos masivos de roedores, entre los controles muchas
veces aplicados, no sólo matan a estos, sino también a los predadores antes mencionados,
aunque estos animales en conjunto posiblemente eliminen una mayor cantidad de ratas que
tales envenenamientos. Posteriormente, los roedores, que tienen una reproducción
acelerada, se recupararán rápidamente, mientras que la mayoría de los predadores
necesitarán más tiempo para reponerse, conlcuyendo en un efecto indeseado que puede ser
el punto de partida para el aumento futuro de los roedores.
También es posible que las ratas aumenten por cambios cíclicos que ocurren en la
naturaleza, que no siempre implican la intervención humana. Lamentablemente, no se poseen
investigaciones anteriores al fenómeno para poder establecer la real causa de estas
"explosiones" poblacionales, lo que requeriría de estudios y monitoreos a largo
plazo. El sistema científico no escapó a la crisis general de Argentina, y las
inversiones en investigación no son suficientes para realizar este tipo de estudios que
requieren de monitoreos de campo. Es en estos momentos cuando la población puede palpar
la importancia de la investigación para la comunidad, incluso el estudio de los roedores,
que parecería, a priori, campos de escasa aplicación.
Una reflexión final
El hombre está provocando cambios ambientales importantes y sin precedentes a nivel
global, que producen la continua disminución de la biodiversidad y la afectación de los
procesos biogeoquímicos de la naturaleza. A veces las consecuencias son visibles a corto
plazo, pero ya la sociedad mundial, en diferentes sitios, ha sido afectada por problemas
ambientales, más o menos graves. Las actividades humanas podrían influir de diversas
maneras el funcionamiento de los ecosistemas. Esta tendencia mundial incrementa la
urgencia de que los científicos comprendan exactamente que efectos producen estos cambios
y comuniquen a la sociedad las consecuencias de este proceso, ya que podría afectarse la
calidad de vida. En este aspecto la ciencia y la educación son primordiales, a pesar de
la situación económica reinante, que puede imponernos otras necesiadades a corto plazo.
Un país sin desarrollo científico y tecnológico, y una sociedad sin educación no
podrán enfrentar adecuadamente los más importantes desafíos del futuro.
Alejandro R. Giraudo - Investigador
INALI-CONICET, José Maciá 1933 - (3016) Santo Tomé, Santa Fe
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