En Malargüe,
Provincia de Mendoza
Ya
está en marcha el Proyecto “Pierre Auger”, cuyo observatorio astronómico
es el más grande del mundo y está ubicado en nuestro país.
Entrevista con su director, el Dr. Alberto Etchegoyen*. La Comisión
Nacional de Energía Atómica (CNEA)
lidera la participación argentina.
De
qué se trata
El Pierre Auger es un ambicioso proyecto científico que ocupa 3000
km2, a la espera de captar partículas invisibles dotadas de una
inexplicable energía tras viajar millones de años luz por
el Universo. Traen consigo información acerca de lejanos sistemas
astronómicos: agujeros negros, supernovas y cuásares. A
pesar de las largas investigaciones, todavía no se sabe qué
son, de dónde vienen, cómo son creados.
La planicie
que se ve desde la Ruta 40 es de tonos ocres. Inmensa la tierra árida
y la bóveda celeste. La línea del horizonte es la cordillera
de los Andes. El aire es claro, despejado y el viento mueve los arbustos
bajos. Estamos a 1400 metros sobre el nivel del mar, en Pampa Amarilla,
en el Departamento de Malargüe, provincia de Mendoza, el lugar del
globo que fue elegido para montar este proyecto internacional en el que
participan 350 investigadores de 17 países.
Este observatorio es un experimento de la espera, un laboratorio que,
a cielo abierto, aguarda agazapado ese rayo que permita entender las profundidades
del Universo. Aquí reina el silencio. Sólo mirando con atención
se distinguen en el campo los detectores de superficie. Como piezas de
un enorme tablero, esperan, minuto a minuto, todos los días. Y
en cada extremo del campo tres telescopios de fluorescencia hacen su parte
cuando cae la noche.
¿Es
éste el observatorio más grande del mundo?
Sí, por lejos, ya que cubre una superficie de 3000 km2. Y además
de ser el mayor del mundo, es híbrido: cuenta con 3 telescopios
ópticos para medir la fluorescencia que produce la lluvia de partículas,
y más de 1000 detectores de superficie. Con los dos instrumentos
se observan y reconstruyen con gran precisión las caídas
de los rayos cósmicos.
Los
tanques, ¿son los detectores de superficie?
Si, hay uno cada 1,5 km. Los construimos en nuestro taller, están
llenos de agua purificada y cuentan con una tecnología que capta
la lluvia de pequeñas partículas cósmicas que caen
a la Tierra. Las partículas de alta energía, que son las
que nos interesan, son muy poco frecuentes. Estadísticamente, caen
a razón de una por kilómetro cuadrado cada 100 años.
Para tener datos en poco tiempo necesitábamos tender esta red de
detectores ocupando muchos kilómetros cuadrados.
Como
expresa el dicho, “un rayo nunca cae dos veces en el mismo lugar...”
Sí, algo así.
Impresiona
ver tanto instrumental en el medio de la nada, pero, ¿qué
son estos rayos cósmicos que caen?
Es un fenómeno misterioso. Son partículas que llegan desde
el espacio cargadas con las energías más altas conocidas
en la Naturaleza. Invisibles al ojo humano, tienen una energía
semejante a la de una pelota de tenis que se desplaza a 600 kilómetros
por hora. Pueden ser elementos como protones, neutrones, neutrinos, y
núcleos de hierro. Viajan a una velocidad cercana a la de la luz
y tienen cientos de millones de veces más energía que las
partículas producidas por cualquier acelerador. Pero no son una
novedad para la ciencia; fueron descubiertos por el físico austríaco
Victor Hess, en 1912, a quien le otorgaron el Premio Nobel por esa razón.
Y
ustedes tratan de saber más sobre estas partículas
Así es.
Hasta ahora no hay teoría que pueda explicar el origen de estos
rayos cósmicos de ultra alta energía. Es uno de los principales
misterios extraterrestres, que indica que las teorías no están
lo suficientemente evolucionadas, y que nos acercamos a conocimientos
revolucionarios para el ser humano y su comprensión del Universo.
¿Qué
papel juegan los argentinos en este megaproyecto internacional?
Los científicos de los otros países rotan permanentemente,
cumplen una etapa, pero no pueden quedarse para hacer la fabricación,
operación y el mantenimiento, para eso están nuestros técnicos.
Hemos armado un equipo de cuarenta físicos e ingenieros, capaces
de llevar adelante el proyecto, siguiendo normas de calidad que han recibido
la certificación ISO 9001. La CNEA
lidera la participación argentina. Además, contamos con
la valiosa colaboración de la provincia de Mendoza y de la municipalidad
de Malargüe. Estamos trabajando y esperando que llegue ese rayo que
nos permita comprender el Universo. La paciencia es la madre de la ciencia.
Y
mañana puede ser el día…
Sí, claro, por qué no.
(*) Físico;
Director del Observatorio del Sur (CNEA)
e investigador del CONICET.
Entrevistó:
Lic. Ignacio Jawtuschenko -Coordinador del Programa de Comunicación
Social y Divulgación de la Ciencia de la SeCyT-.
Adaptó: Lic. Enrique A. Rabe (ACS/CERIDE-CONICET).
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