DIVULGACIÓN CIENTÍFICA: LA DISTRIBUCIÓN DEL SABER. (*)

En Colombia, al igual que en el resto de los países de América Latina, se ha ido tomando conciencia de la importancia de integrarse a la revolución científica y tecnológica mundial, mediante una política más audaz que coordine e integre a todos los estamentos de la sociedad, capacite un mayor número de investigadores y responda a los requerimientos presentes y futuros del país.
Este proceso en el que la ciencia va, lentamente, adquiriendo su merecido lugar protagónico, requiere de una amplia labor de valoración de las actividades científicas y tecnológicas, que defina su trascendencia no sólo respecto de los impactos internacionales y nacionales, sino de la vida de cada uno de los colombianos. De esta forma se lograría incorporarla a la cotidianeidad, como un ingrediente natural y vital de la cultura del país.
Todos los seres humanos tienen derecho a disfrutar de las conquistas de la humanidad, tanto en los campos del arte como de la ciencia, los cuales sin lugar a dudas contribuyen al bienestar, al desarrollo de las potencialidades y capacitan para participar activamente en los procesos de construcción de una sociedad. Sin embargo, con contadas excepciones, el espacio de la ciencia en nuestra región ha estado restringido a pequeñas élites de intelectuales que se comunican entre iguales, con lenguajes especializados y ajenos a las dinámicas de comunicación de sectores amplios. La relación de la ciencia y la tecnología con el público de "personas comunes y corrientes" es superficial y esporádica.
Por un lado, la población es testigo de una dinámica de innovaciones tecnológicas, descubrimientos científicos, enumeraciones de desafíos por enfrentar.
Sin embargo, la lógica interna de la tecnología moderna es inaccesible al usuario de ésta. La relación entre el usuario común y la tecnología ubica a aquél en el extremo final de un proceso ya terminado, en donde las etapas que preceden al resultado se reducen a un túnel misterioso que finaliza en esa magia moderna que es la tecnología. En esta situación de incomprensión, la relación se convierte en una manipulación mecánica y frustrante, que impide la creatividad y la real participación por parte del "usuario".
Además, la información científica que la gente recibe, de manera ocasional y fragmentada, se limita a registrar hechos concluidos: descubrimientos, fórmulas, inventos y aplicaciones, en los que están ausentes los procesos de investigación, las diferentes etapas que dan cuenta del esfuerzo del investigador, de sus tropiezos y dudas, de las motivaciones sociales, económicas y políticas que lo condicionan. En resumen, el contexto real. Este tratamiento ha contribuído a alejar más aún a la ciencia del "hombre de la calle", fomentando el culto a la inteligencia individual y presentando la ciencia más como algo misterioso y secreto, producto de la genialidad, que como una obra de razón, paciencia, preparación y dedicación.
La tarea es, pues, importante. Debemos trabajar para lograr una verdadera participación de las mayorías en los campos de la ciencia y la tecnología, participación que apunte más allá de un "simulacro informativo" y que tienda a democratizar el conocimiento de los mecanismos de producción de la ciencia y la tecnología y a generar una capacidad de análisis y juicio sobre esta labor, con miras a que la sociedad entera participe en la toma de decisiones que tienen que ver con el destino de todos.
Quienes han trabajado en la comunicación de la ciencia, tanto en Colombia como en otros países de América Latina, coinciden en que no es correcto suponer, como punto de partida de las actividades de divulgación, el desinterés de la población hacia estos temas. Por el contrario, poco a poco, y no precisamente por mérito de nuestros divulgadores, se ha ido ganando una audiencia interesada en los mensajes de ciencia que muestran de manera ingeniosa y clara los alcances y las posibilidades del esfuerzo y la inteligencia humana.
No se conocen en Colombia investigaciones acerca de la percepción de mensajes masivos sobre temas científicos por parte de la población no especializada. Sin embargo, la búsqueda adelantada nos muestra que, en nuestro país, series de TV con exclusiva intención de divulgación científica como "Cosmos", compuesta por 13 capítulos, ha sido transmitida 7 veces en los últimos años por las tres cadenas con cobertura nacional, y obtuvo una sintonía alta, permanente y heterogénea.
Igualmente, las series "Nova", "El Cuerpo Viviente" y "Planeta Tierra" han sido retransmitidas por solicitud del público y han contado, en todos los casos, con una alta sintonía, a pesar de tener horarios difíciles y programas enfrentados muy consolidados.
Sintetizando: la ciencia y la tecnología son parte vital de cualquier cultura, pero su relación con los sectores amplios ha estado limitada y no ha permitido la apropiación y participación de la sociedad en la construcción de su destino.
Es prioritario, pues, asumir la tarea de propiciar el acercamiento y el diálogo entre los científicos, los profesionales de la comunicación, los educadores, los artistas y la sociedad en su conjunto, a través de planes que, atendiendo a nuestras condiciones y requerimientos económicos, culturales, sociales y políticos, diseñen estrategias a largo plazo para llevar a cabo una labor de comunicación, en el sentido más extenso, entre la ciencia y la cotidianeidad.
Con este enfoque esperamos que el problema de la comunicación científica no se reduzca a un aumento de información, a un mayor flujo de datos ajenos a los intereses, aspiraciones y problemas de las mayorías, sino que, por el contrario, se enfoque como un proceso complejo de comunicación integral, que tienda a estimular la inteligencia y la creatividad nacionales para "crear un clima en el que la población pueda aplicar principios científicos en su diario vivir, de modo que se fomente la creatividad, se desarrolle el potencial de los colombianos para alcanzar una mayor satisfacción y retribución en su trabajo y, a la vez, se enriquezca la cultura nacional", de acuerdo a lo establecido en la Política Nacional de Ciencia y Tecnología.
(*) Por Magola Delgado; Jefe División Comunicación; Colciencias.
(C) CERIDE - Colombia: Ciencia y Tecnología, Vol. 11 N° 4.
LAS FUNCIONES DE LA DIVULGACIÓN CIENTÍFICA (*)
La divulgación de mensajes de ciencia es una actividad comunicativa en la que, en líneas generales, se cumplen las siguientes funciones:
1. Función Informativa:
Con los mensajes se pretende dar a conocer hechos e informaciones, de naturaleza científica y tecnológica, que permitan al ciudadano no relacionado directamente con la ciencia enterarse de las novedades originadas en la actividad científica, así como de sus implicancias políticas, económicas y socioculturales. Pero, ¨para qué la información? Para que la mayoría pueda acceder a la lectura de la significación de los fenómenos sociales y participar en la toma de decisiones de aspectos que afectan a su comunidad.
Esto hace de la función informativa algo más que una tarea "simple" de adaptación de un lenguaje especializado a otro más comprensible, para que otros sectores, en otros contextos y con otros propósitos, puedan apropiarse de él desencadenando, idealmente, un diálogo renovador.
Esta función informativa ha sido identificada, en general, con la actividad de prensa o, en todo caso, de medios escritos, lo que ha llevado a confundir la divulgación científica con el periodismo científico. Por ello es importante buscar otros modelos comunicacionales que planteen alternativas a la relación entre la ciencia y la sociedad, señalen nuevos canales, originen búsquedas de lenguajes, generen prácticas informativas no autoritarias ni cerradas.
2. Función Educativa:
Sobre todo en países pobres, los procesos de la comunicación de la ciencia pueden convertirse en importantes complementos de la enseñanza educativa formal. En la medida en que este tipo de mensaje no se agote en la información, se establecerá una función educativa, tanto a nivel individual como colectivo, calificándose la llamada "opinión pública".
La labor de divulgación científica contiene siempre una intención pedagógica que debe ajustarse a los destinatarios, a los códigos comprometidos y a los medios disponibles.
La divulgación científica no pretende ni puede reemplazar a la escuela. Su valor radica en asumir, desde otro enfoque y con otros recursos, el encuentro con la ciencia, buscando abordar con profundidad, seriedad y complejidad cada tema, sin por eso omitir un tratamiento atractivo, claro y novedoso.
Así, con creatividad, imaginación, buen humor y preocupación por responder a los intereses de sectores reales, logrará trascender los medios masivos tradicionales, los esquemas clásicos que han regido este tipo de prácticas.
3. Función Social:
La ciencia y la sociedad deben acercarse. El científico debería preocuparse por comprender el momento en que vive y la sociedad que lo rodea, tanto como ésta debería reconocer al científico como una persona normal, dedicada a un trabajo que requiere de apoyo y estímulo.
Hoy, cuando la ciencia y la tecnología parecen alejarse de la sociedad, desarrollarse en muchos casos en oposición a ella, es necesario recuperar la función social de la divulgación científica. Esta deberá tener en cuenta los intereses, las aspiraciones y los problemas de la comunidad y convertirse en vocera e intérprete de sus expectativas.
En este marco, el mensaje debe situarse en un contexto amplio y alimentar el debate de los temas de ciencia y tecnología a la luz de los proyectos de la sociedad, en una dinámica fundamentalmente participativa.
Así, del comunicador se espera que adopte posiciones analíticas y críticas ante los mensajes científicos, en función de los intereses de las comunidades y que denuncie las acciones que no respondan a los intereses nacionales y no generen beneficios para las mayorías.
4. Función Cultural:
El comunicador debe trabajar por la preservación y enriquecimiento de la cultura nacional y rechazar cualquier intento de agresión a nuestros valores culturales.
Los mensajes de popularización de la ciencia y la tecnología deben estar atentos a denunciar trasplantes de modelos, importación indiscriminada de tecnología e imposiciones de cualquier tipo, que tengan impacto negativo en nuestra sociedad. Además, desarrollar a nivel regional la labor de divulgación científica sería un gran paso hacia el reconocimiento de las diversas identidades culturales que conviven en nuestro país y que demandan espacios de expresión.
Por otra parte, la ciencia, al igual que el arte, son maneras de recrear la naturaleza y la sociedad, y por ello constituyen formas de expresión que pueden enriquecerse mutuamente. No es, pues, extraño vincular la ciencia a esta otra forma de ver el mundo que es el arte, con el propósito de que el goce estético alimente el encuentro con la racionalidad científica.
5. Función Económica:
La comunicación de la ciencia cumple también la función de evidenciar la relación existente entre la ciencia, la tecnología y el sector productivo.
Sin dudas, las investigaciones de nuevas tecnologías abren diariamente expectativas a la industria en general. Una información seria y fundamentada al respecto, que señale las bondades y los riesgos de estos descubrimientos, sería de gran utilidad para los empresarios, contribuyendo además a crear conciencia en este sector sobre la importancia de la investigación científica y tecnológica y de la relación costo-beneficio que subyace a ésta.
6. Función Político-Ideológica:
La actividad científica no es una actividad ideológicamente neutra. Se ejerce en el marco de situaciones concretas que implican intereses particulares y la orientan hacia la consecución de objetivos específicos. Esto debe ser tenido en cuenta por quien realiza la labor de divulgación de la ciencia y la tecnología. La función del comunicador es propiciar la democratización de la ciencia y la participación de las mayorías en este campo.
Lamentablemente, se registra con frecuencia una actividad periodística sobre ciencia y tecnología que no es más que propaganda con fines comerciales, o una forma de sustitución y legitimación de una decisión política o de intereses económicos individuales. El periodismo científico, financiado por las empresas, se convierte en campañas de exaltación y publicidad, con evidentes perjuicios para el establecimiento de una política nacional de comunicación científica.
El comunicador, el periodista, no puede desconocer esta responsabilidad ni actuar ingenuamente en este campo. Su labor puede contribuir a la toma de conciencia de nuestras posibilidades y recursos, o, por el contrario, legitimar la dependencia y la imposición de decisiones desde intereses ajenos a los de la Nación.
(*) Por Magola Delgado; Jefe División Comunicación; Colciencias.
(C) CERIDE - Colombia: Ciencia y Tecnología, Vol. 11, N° 4.