Sabor a grasa
 

Científicos franceses identificaron un receptor encargado de transmitir el sabor adiposo que producen los lípidos. Su estimulación o inhibición podría contribuir a modificar la conducta alimenticia.Opinan investigadoras del Conicet y de la Universidad Favaloro.

sabor a grasaEl gusto “adiposo”
Una investigación realizada en la Universidad de Borgoña (Francia) señala que el sabor a grasa se sumaría a los conocidos dulce, amargo, salado, agrio y “umami”, un término japonés que se refiere al sabor de la carne.
La Dra. Amalia Calviño, del Conicet, especialista en Sentidos Químicos y Técnicas de Análisis Sensorial, afirma que: “El sentido del gusto tiene dos importantes funciones. Por una parte, permite identificar compuestos potencialmente dañinos o tóxicos antes de ser ingeridos. La percepción del amargor está estrechamente vinculada con esta función. Por otra parte, interviene en la identificación de compuestos necesarios para la supervivencia. Así, se perciben las modalidades de dulzor para la detección de carbohidratos; salado, para la detección de minerales, y umami, para la detección de proteínas”.
Hasta hace pocos años se pensaba que el gusto adiposo no existía. Calviño añade que los nutrientes grasos “se consideraban insípidos y responsables sólo de diversos atributos texturales de los alimentos, tales como la cremosidad, untuosidad y poder lubricante. Los hallazgos de este grupo francés confirman que los ácidos grasos son también estímulos químicos a los que responden las células receptoras gustativas”.

Regulación del CD36
Los resultados de la investigación dirigida por Philippe Besnard indican que la regulación del receptor llamado CD36 podría servir para tratar la obesidad. En el experimento, Besnard estudió a ratas genéticamente modificadas que carecían del CD36 en las papilas linguales, y descubrió que no tendían a consumir grasas. Asimismo, demostró que este receptor no sólo estimula la adicción a las grasas en las ratas sino que también prepara al sistema digestivo para absorberlas al promover la liberación de secreciones digestivas. En las últimas décadas se ha avanzado en las investigaciones para explicar los mecanismos moleculares subyacentes en el desarrollo de enfermedades de la nutrición (obesidad, diabetes de tipo II, complicaciones cardiovasculares). Según la Dra. Mónica Katz, Directora del Posgrado en Nutrición de la Universidad Favaloro, “el consumo de grasa también se asocia con cáncer de colon, próstata y mama, entre otras patologías”.

En nuestro país
Con respecto a la obesidad, Katz aclara: “En general, los estudios epidemiológicos son parciales. Dan un 30% de obesidad y un 60% de sobrepeso en adultos. Pronto se publicarán los resultados de la encuesta nacional de la que sólo se dieron a conocer datos parciales. Por ejemplo, la prevalencia de obesidad en niños, que resultó del 10%”. Según la especialista, la investigación gala es relevante pues da origen a que otros laboratorios comiencen a trabajar sobre sustancias que puedan regular los receptores del sabor adiposo. Tradicionalmente, se ha trabajado con drogas que impiden la absorción de grasas a nivel intestinal, o drogas que reducen el apetito y que ejercen sus efectos a nivel cerebral. “Desde hace años pienso que si los sentidos químicos son la puerta de entrada, por qué no apuntar a potenciales nuevas drogas que disminuyan el apetito por la grasa”, concluye.

No existe una sola causa
Los resultados franceses avanzan en la búsqueda de nuevos tratamientos contra la obesidad y otras patologías humanas, pero Calviño advierte que “las causas de la obesidad son multifactoriales, y que nuestros comportamientos de ingesta son muy complejos. Resulta arriesgado intentar establecer una única relación causa-efecto entre la percepción y la magnitud de ingesta de lípidos”. Tanto ella como Katz afirman que no bastaría con regular el CD36 para tratar la obesidad debido a las interacciones predisposición genética/estilo de vida y forma de alimentación/falta de ejercicio físico que existen. Por otra parte, se ha comprobado que medicamentos como los antidepresivos de origen tricíclico, y algunos tratamientos médicos largos basados en corticoides, generan un aumento de peso importante.

Por Bruno Geller (CYTA - Instituto Leloir; Bs. As.). Selección y adaptación: Lic. Enrique A. Rabe (CS / Ceride - Conicet).

© CYTA / INSTITUTO LELOIRCERIDE

<<<
Publicado el 10 de mayo de 2006